LULLABY MAYORDuerme mi niño grande, duerme, mi niño fuerte: |
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A veces soy tan lejos, lejos de todo ésto.
A nada me acomodo, en nada me recuesto:
Las
palmas, los coquíes son sonido, paisaje...
Yo siempre estoy ausente, yo siempre
estoy de viaje.
En vano es que mi alma se incendie con afanes
y se prenda a
los ojos potentes flamboyanes,
ni que por los caminos se me fugue el anhelo...
para
topar de pronto la montaña y el cielo.
...Y el andrajo de pajas del pobre caserío,
y
el andrajo de gente y el escuálido río,
y los pueblos cuadrados con la iglesia en
el centro
y el cementerio junto: Estanques muertos dentro
del perenne bullir
y saltar de las olas,
perenne ante mi alma impaciente y a solas.
Por doquiera
que voy, por doquiera que vaya,
en el vaho soporoso de mestizo y quincalla...
La
misma semimuerta vida del pueblo atado
por el mar implacable, de costado a costado...
...(Y
el hombre de la esquina, ojitorvo y moreno,
que no mira a mis ojos y que mira
a mi seno,
que masculla entre dientes una frase lasciva
cuando paso a su lado
desdeñosa y altiva...)
¡Y a veces soy tan de ellos y ellos tan míos!
¡Las palmas,
los coquíes, el monte, los bohíos...!
¡El escuálido río, que es como mis hazañas,
cintajo
de rumores encerrado en montañas!
¡Y mi amor en tinieblas sollozando escondido,
como
un triste y oculto coquí despavorido!
¡Y el mar, perenne mar, que me exalta y me
abate,
que es como el corazón, en un late que late
perdido en el vacío, y oído,
tan oído,
que ya no sé qué lleva ni sé lo que ha traído...!
...(Y el hombre de la
esquina, ojitorvo y moreno...
¡Ah qué sienes viriles exaltará mi seno,
que no
torne cenizas la llamarada esquiva
que enciendiera mi cuerpo su mirada lasciva...!
Y así dije al amado"Marcharemos unidos.
Será tu nombre el eco de todos
los sonidos.
Me trazará el camino la huella de tus pasos.
Me abrirá el horizonte
la curva de tus brazos.
Le gritaré a la vida: ¡rompe, destroza, daña!
Yo tengo
mi refugio: ¡su pecho es la montaña!
Le gritaré a la vida: ¡hunde, flota al azar!
Yo
tengo mi oleaje: ¡sus ojos son el mar!
Y lo seguí al afán y a la ilusión del puerto.
Y
lo seguí al vacío y al tedio del desierto.
Lo seguí sola y siempre, horas malas
y buenas,
en la luz, en las sombras, en flores, en cadenas...
Y lo creí
tan fuerte que le fui mansa y suave...
¡Él, el roble potente y yo, la pobre ave!
Y
lo creí tan bravo que le fui fiel, sencilla...
¡Él, el mar tumultuoso y yo la quieta
orilla!
¡Ay, uní lo infundible, y estreché lo disperso,
y quise hacer del
cieno un lago limpio y terso...!
Mis ojos hechos llanto, mis labios hechos
trizas...
¡Y su voz implacable pidiendo más sonrisas!
Mi cuerpo en el cilicio
sangrando su querella...
Y su voz implacable diciendo: ¡sé más bella!
Mi alma
en el infierno aullando su condena...
y su voz implacable diciendo: ¡sé más buena!
¡Carne
fácil y blanda a todos los arrimos!
¡Carne blanda y traidora con uñas en los mimos!
Para
todas los mismos rápidos arrebatos
Lúbrico cual los perros...falso como los gatos...
Y
ahora digo al amante: óyeme, pasajero,
no me preguntes nunca hasta cuándo te quiero.
Si
una noche de luna o una copa de vino
nos reúne en la misma revuelta del camino...
No
me digas de sueños ni de sombras macabras
háblame solamente palabras, y palabras...
Júrame
por la arena que acoge todo paso,
y lo graba o lo borra al azar, al acaso...
Júrame
por la espuma que chispea y que brilla,
y que dura un instante de una orilla o
otra orilla...
¡Ah, gato sin escrúpulos que a otras faldas se enreda
cuando
ya todo es dado, cuando ya nada queda!
No me brindes los mimos de tus uñas,
que ahora
sólo quiere collares de esta gata de Angora...!
Tú frívolo, yo frívola...Soy
tu igual, camarada.
¡No has de quitarme todo para dejarme nada!