1 Y me diste tus costumbres, yo aún vivo
de tus penas, a tí escribo estos poemas, y soy de tu muchedumbre...
En 1824, por decreto federal de la República Centroamericana fue habilitado
el Puerto de La Libertad, su primer nombre fue "Rada de
Tepeahua"; Fué bloqueado por una escuadra inglesa durante la guerra centroamericana
entre Liberales y Conservadores en 1849. Pero en 1859, recibió el título de pueblo,
y en 1869 fue inaugurado allí el primer muelle de hierro que tuvo El Salvador; también
en 1870, enlazó la primer línea telegráfica entre la capital y el puerto. La
Libertad es rica en litoral costero, siendo sus muchas y bellas playas las más
frecuentadas por los habitantes capitalinos; es una ciudad portuaria y visitada por
imnumerables turistas. También posee mucha riqueza arqueológica con muchas ruinas esparcidas
a lo largo de su territorio. Su más importante ciudad es la ciudad de Nueva
San Salvador, conocida
como SANTA TECLA, donde estuvo temporalmente asentada
la capital del país entre 1854-65, y que por hallarse alta sobre el nivel del mar,
goza de un clima fresco contrapuesto al calor costero que posee la ciudad portuaria
de La Libertad. El Balneario Los Chorros, cercano a Santa
Tecla, es un conjunto de piscinas de aguas naturales y frías; es un lugar
visitado por turistas como por los Salvadoreños.
Tierra de mi suelo lejano, asoleada en faz tropical; el mañana está
cercano, cuando sacudas tu mal.
Aún guardo las añoranzas, Domingos hoy melancolía, había esa luz de esperanza, y esa fé que te bendecía.
Hoy yo vivo entre abedules, lejos de tu humilde diestra, no hay petate,
es seda y tules; ¡rubia bella...! pero siniestra...
Es sólo cascada en penumbra, la holgura en tierra extraña; esa ingeniosidad
suya deslumbra; ¡buen sabor...! pero alma aviesa...
Yo nunca negaré soy tuyo, mis sentires no me mienten, si bien hermanos
de orgullo, ufanos dicen no te sienten.
Son tus árboles, ¡Tierra Bella! tu brisa cálida del mediodía, son tus
noches de estrellas, que hoy extraño en demasía.
Marchan distantes tus pasos marcando mi ruta, ¡Tierra Mía! buscaré la
paz de tus ocasos, y reviviré el vocerío de tu día.
Qué me importa me critiquen, por llevarte aún en mi corazón. ¡Yo dejo
mis versos repiquen, que siempre serás Mi Nación!