Y
siempre la recuerdo no importan los años..., está en granito en mi corazón
y es parte esencial de mi rollo.... y hubieron muchas, y quizás seguirán
habiendo..., pero la primera me ha sido jodido olvidar..., y es
que yo quiero que sea así!
Y era pelo
largo, negro, ¡una bella mujer!
pero también
cinco años más que yo, aún,
cuando la veía,
concebía algo no común,
nuevo vibrar
por doquier, ¡nuevo placer!...
Comencé
pensando sólo en ella, su sonrisa,
y descubrí
dulces sonidos a las canciones,
que exacerbaban
esas nuevas sensaciones;
descubrí lo
bello del día, y descubrí la brisa...
El primer beso incitó
tantos calores, todavía,
me abrazó un
fuego acogedor, y conocí el amor,
así como brota
de un bello huerto la reina flor,
y se enamora a
primera vista de la luz del día...
Había encanto
sensual en ella que me atraía,
su ojos, sus
camanances, sus carnosos labios
rojos y
gruesos; ellos fueron mi primer resabio,
y me trasladé a
un mundo que me complacía...
-No la
puedo despegar de mi mente, necesito verla
Era el grito
que mi juvenil amor vociferaba en mí.
-Tengo
que irme mañana, no aguanto más aquí
grito abatido,
en la lejanía suspiraba por tenerla...
Pero también
descubrí algo nefasto: Los celos.
Ese sufrimiento
sin sentido que me auto-dañó,
esa obsesión
posesiva que tanto me engañó,
y al amar
parió, y se ensañó en mis anhelos...
Los celos
destruyeron el sublime primer querer,
pesadillas de
carros, de fiestas, congojas de loco
la creía mi
posesión si bien la había amado poco,
y la amé sin
preguntar, sin saber, sin contener...
-¿Con
quién venías en carro entrada la noche?
indagué
altanero y tunante al mero siguiente día.
-Lo que
yo haga con mi vida, importarle no debía.
Estocada que mi
corazón sintió con gran reproche...
Fue un nuevo
tipo de herida, que fundaría cimientos
para conocer la
dicha y desdicha, ¡y yo aprendería!.
Ella vio mi
herida, tomó mi mano, y con alevosía,
me dio su amor
que excitaría más mis sentimientos...
-No le
merezco, soy diferente, soy sólo encanto.
me dijo el
último día que la vi, quizás arrepentida.
-Dejémonos
de vernos, verá pronto me olvida-
trató de
serenarme, viéndome la cara de espanto...
Fue mi Primer
Amor, ¿de veras eso fue?, yo no lo sé,
pero con ella
conocí lo bello de sentir eso que excita,
estremece:
¡Amar!, dote divino que amor sano invita,
sentí como si antes había vivido... ¡Sin saber porqué!
Y
hablando de primeras... aunque yo he jurado lealtad a dos, la primera
se halla en hierro en mi corazón y alberga lo más feliz en mi historia...
en ella vi lo que nunca más he de volver a ver... pero sólo la oí cuando
la debí
haber escuchado...
¡Cómo extraño Mi
País! su aire, su cam
piña, su bella gente, es mi pueblo de vida inocente, ¡Cómo extraño mi raíz!
Su cocina es su comal,
su alimento su maíz,
y aún viviendo mal,
parecen vivir feliz...
Con el gallo se levantan,
y no conocen la pereza,
lejanas leguas caminan,
con el cántaro a la cabeza.
Con su cipote a su lado,
el hombre guía su arado,
hiriendo la madre tierra,
va semillando la zanja,
con fe y esperanza,
y el cipote la entierra...
Inocentes niños de mi color,
con sus panzas prominentes, llenas de lombrices candentes,
pero ellos callan su dolor...
Muy lejos, lejos de la granja,
se oye ruido malvado;
muy lejos está la esperanza,
lo perverso y el pecado...
Pero aquí sólo se oye la perdiz,
el zenzontle y la golondrina,
ruidos de Mi Tierra divina.
¡Cómo extraño Mi País!
La
vida
no sería igual sin un amor, una patria, y un amigo... gracias a la vida
que me dio muchos amigos de toda clase: amigos de juego, amigos de vicio,
amigos de estudio, amigos a huevos... Pero...
¡Me brindaste
Amistad!
cuando en mis aciagos momentos,
torturado por mis tormentos,
escuchaste mis lamentos,
en mi afligida soledad.
¡Te brindo Amistad!
hoy que tu alma herida,
triste y desabrida,
se siente enardecida,
por una loca maldad.
¡Compartiremos Amistad!
si nuestras vidas un día,
enfrentan con osadía,
esa triste pesadilla,
de una misma verdad.
¡Hagamos Amistad!
pero aquella en flor,
que no existe el color,
y comparte amor, amor
lleno de sinceridad.
¡Vivamos en Amistad!
así puedan nuestras almas,
vivir armoniosa calma,
sin hipócritas armas.
¡Esa es Hermandad!