Las Bombas de Roque Dalton
Señora del pato blanco,
démele palos a su hija,
sólo me anda preguntando
si
duermo con cobija.
Dicen que no me querés
porque te he dado mal pago.
Volveme
a querer mamacita,
que un clavo saca a otro clavo.
Vos sos como la baraja,
de
todos apetecida.
Por andar de mano en mano
te tienen tan percudida.
Negrita:
por tu trabajo
me cobraste cuatro reales.
Negrita: no seas mala
yo puse
los materiales.
Esas dos que están bailando
tienen flacas las canillas,
cuando
los parió su madre
no se usaban pantorrilas.
Señorita de los treinta novios
y
conmigo treinta y uno.
Si todos son como yo
se quedará sin ninguno.
En
el centro de la mar
suspira una ballena,
y en el suspiro decía:
amor con
hambre no llena.
Sangrando estoy todavía
de un cariño que me hirió.
No
me compadezca nadie
que el mal lo he buscado yo.
Estas muchachas de aquí
no
me quieren dar un beso.
Las muchachas de mi pueblo
hasta estiran el pescuezo.
Ya
me voy porque estoy ciego
y ya la muerte me llama.
En el testamento digo:
que
me entierren en tu cama.
En esta carcel maldita,
donde reina la tristeza,
no
se castiga el delito.
Se castiga la pobreza.
Tomadas del libro "Las Historias prohibidas del Pulgarcito", de Roque Dalton García.