DESMIGRADO
¡Extrañé mucho El Salvador aquél día que crucé la frontera, y qué juré recordar
con honor Mi Tierra y raíz donde naciera!
Salí un día con frikiado
escozor, jodido, de goma, y ahuevado; de ribete ya era acomplejado y crucé
el Styx cual malhechor. De cuclillas tras un arbusto, rezando sin gracia ni
gusto, y bañado en helado sudor; ¡Extrañé mucho El Salvador!
Jodida
llegué en primavera cuando la city reluce hermosa, su flor fresca y hoja verdosa, me
engañó como a cualquiera... El calor me recordó San Miguel, pero el beso de agua
sin decibel era lluvia muda que hizo maldijera ¡Aquél día que crucé la frontera!
Me
creía un colibrí con pudor porque yo había estudiado, pero ilegal en inglés iletrado terminé
ingeniero sanitizador. Traía el machismo de cachimbón, y abrí cancha a patada
y trompón, pero nunca olvidé El Salvador ¡Y que juré recordar con honor!
Llegó
el invierno, el frío y la nevadera, y la salsa, las gangas y los dialectos, decir
el chingo de majes incorrecto, y la Navidad sin cuetes e invernadera me hicieron
sentirme un libre preso, y extrañé mi pulgarcito con aprecio su vientoso verano
y Navidad de primavera. ¡Mi Tierra y raíz donde naciera!
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HADO
DISCRIMINADO
- En tu land, soy otra ave migratoria
- que huyó del limbo que tu forjaste,
- dejando un derruido nido en escoria
- y mi ala llagada, buscó un embaste.
-
- En mi tierra subyugada al sicofante
- por vos impuesto, yace mi memoria,
- mi luz de inocencia, mi alma infante,
- y huérfano de cielo, huí a tu historia.
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- En tu sky, inhalé el azul estrafalario
- de tu flatulento fandango de burdel,
- mi color choqueó tu ojo atrabiliario
- y viste mis alas cual uñas de lebrel.
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- En mi cielo, quedó el ciprés curativo,
- el limonero oloroso, la nube nívea
- y prístina. Marino viento combativo
- era albo, rosa, o pardo, cual orquídea.
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- En tu street me diste alpiste de fábula
- rarificaste mi instinto con tu sentina,
- convirtiendo mi simpleza en rábula
- y embarraste mi pluma en serpentina
-
- En mi calle, conocí el saludo gemelo
- que penetra y teje el manto de arpegio
- que sisea mi vuelo y entona a su cielo
- el orgullo sibilante del nombre regio.
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- En tu home, me diste el nido segregado
- el nido más alto y más lejos del festín
- temías esa sinceridad de mi sembrado
- y me concebías cual un jurásico clarín.
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- En mi hogar disfrute el calor humano
- que nunca más volveré a sentir, todavía
- mi ardiente plumaje, lleva al escribano
- que guía mis restos al mosaico de mi villa
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