VIRGINIA GRÜTTER

LA CONFESIÓN

Qué de flores marchitas, qué de rodillas,
Qué de horas arenosas y amarillas,
De candelabros,
Yo hincada siempre hincada y suplicando.
Golpeando no sé dónde por mis entrañas
Desesperada
Por encontrar pecados
Dentro del alma.
Era como meterse la mano por la boca
Para sacar un mono o una sompopa.
Algo muy feo
Para poder mostrárselo al cura añejo
Que me esperaba austero tras la cortina
De aquel confesionario de negra harina.

Los panes rotos
De mis sueños sencillos, hasta aquel foso
Yo le llevaba
Como prendas de buena enreligionada
Y así aprendía
A odiar mis vanidades con mis sortijas
Y a buscar males
Donde sólo habría habido noches serenas
Pero me hincaba
Muy dentro de mí misma y le espetaba
Todo lo que podía ir recogiendo
En mis horas de santo recogimiento
De cas y ortigas
De sierpes venenosas y lagartijas
Lo que juntaba
En horas de ejercicio desmelenada
Y así aprendía
A creerme lo de afuera y lo de arriba
Que yo inventaba
A base de mi histeria dosificada.

Vírgenes dolorosas en sus sitiales
Caras almidonadas tras los vitrales
Mirando al cielo
Enseñando el camino de aquel consuelo
Me contorneaban
Y yo buscaba el suelo con la mirada
Toda cohibida
De no ser aceptable para esa vida
Cual fruta fresca
Que quiere sacar savia de rama seca.
Aprendí a mentir males para los otros
Yo soy vieja maestra en esos modos
Y ahora estoy aprendiendo en esta vida
A no mentirme males para mí misma.

 

FLOR ROJA

Detrás de la vitrina
Está la flor fea
La flor triste e hirsuta
la flor de piedra
La flor que cuando llega
La madrugada
Sólo tiene un sentido
Con la mirada.
La flor del campo
Temblorosa
Busca el sol con los ojos
Entre las hojas
Y encuentra
Si agua le llega
Rumor de mariposas
En sus orejas.
El campo limpio
Donde los labradores
Hicieron sitio.
¡Y si no miren
ojos mortales
la flor de la amapola
Por los trigales!

La flor del nacimiento
Y la de la novia
Suelen ser siempre blancas
¿Porqué no rojas?
Roja es la vida
Rojos los pajarillos
Roja la espiga
Todo lo que revienta
Suele ser rojo
Si se tiene bien limpio
Entrenado el ojo.
Las flores blancas
Si se miran bien vistas
Si no son santas
También son flores
Son música y palabras
Son de colores
¡Y si no miren
Ojos mortales
La flor de la amapola
Por los trigales!

La flor de muerto
Aunque sea roja
Nada dice a la vida
Es la flor coja
Que de nada le vale
Ponerse aromas
Si no van pajarillos
Por la carroña
¡Qué triste y sucia
Con los pétalos rotos
La mente a oscuras!
No entiende nada.
Sólo le vagan nubes
Por la mirada.
¡Si fuera cierto
Qué se vuelve a la vida
Después de muerto!
Pero estas flores
Para qué marchitarse
Así sus colores.
Si no me escondo
Por decir que es consuelo
De vivo y tonto.
¡Mirad mortales
A las flores del campo
Por los trigales
Sembradas por las manos
Acogedoras
Que mejor cogen flores
Que cogen sombras!

PAYASERÍAS

La mariposa pasó volando
El payaso extendió la mano
la mariposa siguió volando
El payaso se quedó llorando.

La mariposa vino de nuevo
El payaso sacó un anzuelo
La mariposa siguió su vuelo
El payaso se vino al suelo.

El payaso le tiende un sombrero
La mariposa se va hacia el cielo
El payaso le tiende un pañuelo
La mariposa no baja al suelo.

Pasó una niña con una red
Movía muy ligera los pies
El payaso inmóvil la ve
La niña salta y echa a correr.

Tras la mariposa la niña va
El payaso no la quiere mirar
El payaso tiene un pedestal
Su número tiene que realizar.

Está prisionero de sus pies
El no puede saltar ni correr
Desde allí llora, llora y ve
Nada, nada, nada puede hacer.

LOS REYES MAGOS Y LA MUÑECA

        Yo sé que va a ser Nochebuena porque comenzó a soplar el viento norte. Cuando el estero se llena de olas tan chiquitas y empinadas que parecen velas, y a los bongos la vela se les dobla como si fueran a volcarse, va a ser Nochebuena. Además porque las tías andan otra vez apuradas escondiendo sus cajas en el cuarto de atrás, como el año pasado. Y se pasan el día entero en la tienda, y hasta de noche no regresan.
        Abuela también es otra persona, todo el día de adentro para afuera, muy contenta regañando a Mercedes si se atrasa el almuerzo. En mí ni se fijan, y a veces ni estoy haciendo nada, sólo jugando en la puerta con mis yaxes, y allá te va la regañada como si uno fuera no se sabe qué.
        Pero si me llevan a pasear donde los Casabelena, que viven en la esquina de¡ parque donde está la tapia esa muy alta, me restriegan con un trapo mojado con agua y colonia que me quieren dejar sin pellejo, y me ponen la bata de organdí bien almidonada que me araña debajo de los brazos, y me pellizcan si pongo la cara fea. Yo lo que hago es irme para la cocina donde Mercedes, y xecostarme en su regazo, y el delantal1e huele a masa de maíz y a almuerzo acabado de hacer. Ella me hace el huevo pasado por agua nue le queda la clara blanquita y tierna la yema. Yo le ayudo a recoger las astillas cuando pica la leña, y las dos te enseñamos al perico a decir "urria, periquito lindo".
        Cuando estaban haciendo la siesta fue que me metí en el cuarto de atrás a abrir las cajas, y me sentía como cuando crucé la calle sin permiso para ir a la barbería, que llegué resoplando y atrás de mí llegaron las tías y de una oreja me trajeron otra vez para la casa, casi a rastras y me vio todo el mundo. Yolanda y Elvira las hijas de¡ barbero me vieron también. Nosotras siempre viéndonos, ellas desde su ventana y yo desde la mía, porque no nos dejan jugar juntas. Casi me arrancan la oreja y así me siento ahora, como cuando me dijeron que me debía remorder la conciencia.
        A mí me habían dicho que las muñecas las poner los Reyes Magos en persona en la tienda. Yo me quedi pensando que para qué tanto misterio, si lo mismo da sabet que las ponen en la tienda o que las lleven a la casa primero. Cuando las tías empezaron a preparar los tamales en la mesa grande del comedor y ponían la masa en la hoja de piátano, y adentro las aceitunas y las pasas y los chiles dulces y el arroz teñido con achiote, no sabían que yo sé que lo de las muñecas es como el tamal, que se ve de un modo y es de otro.
       En eso llegó mi prima Marita.
        Marita es esa que habla con la boca pegada. Yo creo que no tiene labios. Vive en el barrio del Carmen y ya usa vestido con cintura. A veces llegan de visita pero la abuela no los deja pasar de la sala. Su papá cuando se sienta, se quita el sombrero y se lo pone en la punta de las rodillas. Yo le dije a Marita lo de los Reyes Magos, que no era a la tienda sino a la casa donde llevaban las muñecas. porque ella siempre cree que lo sabe todo.
       Entonces fue cuando me dijo:
       
-Ah chiquilla ésta. Pero ¿no sabes que no hay Reyes Magos ni nada de eso, y que son los papás de uno los que compran los juguetes y después se los ponen debajo de las camas, y que los juguetes los hacen en fábricas y que patatín y patatán?
       
Yo le grité mentirosa como cuatro veces, pero tuve que salir corriendo porque me daba cuenta que era cierto. Entonces todo eran puras mentira_s. Mentirosas, montón de mentirosas. Las tías y la abuela y todas, todas. Solo quieren que uno esté aburrido y atontado, jugando yaxes y ellas lo hacen todo a espaldas de uno.
       Mercedes, ¿por qué no me dijiste nada? ¿ Tenías miedo de que te regañaran? ¿Mentiste o también te engañan?
Que no me vengan a preguntar por qué lloro.
       Le enseñaré a hablar al perico como si tal cosa, me comeré el huevo como si fuera un huevo cualquiera. Veré pasar los bongos por la tarde y cantaré como si no pasara nada. Pero cuando llegue la noche de la Nochebuena no me quedaré para ver si veo a los Reyes Magos entrar por la ventana.
       ¿Esperarlos? ¿Esperar a quién? ¿Qué voy a esperar?
       Y por eso estoy aquí jugando yaxes debajo del almendro con Yolanda y Elvira. Aunque me arranquen las orejas. Y ellas se me quedan mirando y no saben por qué estoy tan contenta.

  

Tamen

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