DEJA VU

George Jr. 1980-2001

         Mijo me preguntó que significaba la pa labra "canillita", él había oído la frase de su abuelo y yo le dije que así se le llamaba hace muchísimos años, en El Salvador, a los que vendían los diarios en las calles de la capital.
        -Papapepe dice que fue canillita cuando chiquito, ¿es cierto?
        -Él me contó lo mismo a mí, pero no sé si es cierto, yo no vivía entonces...
        -Ya me imagino al  abuelo Papapepe como canillita... dijo mijo como para sí mismo, y yo le vi salir una sonrisa de orgullo.
        -Te equivocas si pensás que los vendedores de diarios en El Salvador son igual a los de aquí.
        -¿No son igual que Rubén y su familia?
        Nuestro vecino Rubén en Chicago tenía un chalet con venta de periódicos, revistas y magazines en la estación del tren urbano de la Rockwell Street, pero Rubén y su familia tenían casa propia, dos carros bonitos, vacacionaban dos veces al año y quizás tenían una buena cuenta en el banco... "el sueño americano"... ¡Y Rubén era canillita!
        -Para empezar mijo, en el país que abandoné en 1981, quien vendía diarios, raramente poseía carro o casa propia. Con extraña rareza, si alguna vez las hubo, era un oficio mal pagado y sin futuro. La familia de mi papá no era rica ni mucho menos acomodada y mi papá cuenta que cuando adolescente, vendía periódicos y revistas para llevar dinero extra a la casa y para sus propios gastos personales, pues a tus bisabuelos no le alcanzaba para eso.
        -¿Es cómo decir que en El Salvador el rico vive pobre...? me dijo con una sonrisa confusa y extraña.
        Mijo llegó a este país de 18 meses, él principalmente había conocido un gran mundo: el mundo anglosajón... pero también el diminuto mundo de El Salvador en la diáspora. Cinco familias de cinco hermanos formando una entera familia, donde el calor salvadoreño imbuía cada hogar. Pero, aparentemente, era suficiente para confundir a mijo y quizás a cualquier salvadoreño nacido en USA.
        -¿Y como vivían el rico y el pobre en El Salvador que tú viviste?
        El problema con mijo era que él sólo conocía la pobreza de Chicago, una ciudad de más de tres millones para los 90s. Él sabía que era Cabrini Green, Robert Taylor Home Proyects, Humbolt Park..., áreas de negros y "potorros", donde había más bien descuido que carestía, negligencia más que necesidad, o sea, donde vivía un pijo de huevones.
        Cabrini Green y Robert Taylor eran proyectos multifamiliares donde las familias pagaban renta baja, y la ciudad, el estado, y el gobierno federal daban ayuda económica mensual sin falta, y entre más hijos, más plata..., ¡puta que verga!..., ¡pagan para que no se trabaje!... Por eso entre el negro y el puertorriqueño (la segunda mayoría hispana en Chicago hasta los 90s) había un alto índice de natalidad, y una elevada taza de desempleo, pero no porque no había trabajo, sino porque no se quería trabajar, ¿para qué verguearse por cinco pesos la hora si el gobierno daba más?
        Por eso llamaba la atención ver que en la última semana de mes, en las casas de cambio, desde las siete de la mañana había largas filas de hasta una cuadra de largo, era gente que llegaba a reclamar los cheques y estampas de comida del gobierno, pues la ciudad les pagaba el gas y la luz. Los fines de mes, miles de gente, mayormente negros e hispanos puertorriqueños, alineaban los "Check Cash  & Currency Exchange"..., Consecuencia de esto, en Chicago de los 80/90s, había más casas de cambio que escuelas...
        Pero generalmente el negro, o el hispano, viviendo del welfare tenían cadillacs del año, y en sus destartalados apartamentos había lo último en tecnología, pero también había alto índice de delincuencia, drogadicción y deserción escolar.
        Pues bien, estos eran los "pobres" que mijo conocía...
        Platicar con él sobre este tema a mediado de los 90s me provocó Deja Vu en 1999, cuando después de 18 años viviendo en Chicago, opté por regresar y vivir en El Salvador, e intentar por segunda, y última vez, terminar el doctorado en Medicina.
        Como estudiante de Medicina de una universidad privada yo tuve que llegar a ser miembro, a huevos, de la recién introducida ley de Sistema de Prevención gubernamental contra el dengue, con la cual mi universidad colaboraba. Así, en los meses más calientes del año 2000, anduve con una enfermera, un inspector de salud, y una trabajadora social, buscando y echando abate en pilas y aguas estancadas de los prehistóricos mesones de la ciudad de Sonsonate.
        Yo nunca me imagine los mesones aún existiesen, pues en el que yo nací, aún después de más de cuatro décadas, lo recordaba bien, pero ya no concebía que humanos pudiesen seguir viviendo en esas condiciones tan deplorables..., después de casi 20 años ausente del país, tenía que haber cambiado las cosas tocante a eso, pero no era así... Y me topé de nuevo con la triste realidad... y el Deja Vu.
        En un mesón de Sonsonate recordé que yo nací en un building de 12 cuartuchos similar a este en el viejo San Salvador, y al encontrarme de nuevo entre ellos sentí el famoso Deja Vu; o sea, el mismo olor, el mismo patio de polvo, el mismo pasillo de tierra, las mismas tejas, las mismas macetas, las mismas plantas, las mismas paredes de lámina, el mismo bahareque, los mismos inocentes niños, las mismas caras sucias sonrientes y las mismas panzas prominentes...
        Se me vino de repente una retahíla de recuerdos, me di cuenta que para entonces, en mi infancia, no tenía ni pizca de idea como vivía el rico, pero bien sabía como vive el pobre... una maceta cuadrada llena de agua estancada me regresa al presente, miro al fondo, unos 20 metros, al otro lado del patio, un rótulo pequeño de madera leía "Letrina". Después de vaciar la maceta me voy a la letrina, eran dos, y a la vez eran baños.
        Los mismos tenebrosos cubículos, la misma pila negrusca, la misma regadera, la misma taza sucia y amarillenta delimitada en el interior por el agua...
        ¡Y los mismos papeles de diario!
        El Deja Vu me hizo recordar que yo, sin tanta paja, me he limpiado el culo con el Diario de Hoy de quiquito, y la Prensa Gráfica del gran duque Dutriz.
        Cuando entonces era hora de ir a cagar en mi mesón, tenía que llevar tres papeles de diario recortados por la mitad: el papel pa lim, el  papel pa pon, y el papel pa ler.
        El papel pa lim era obvio su uso, era para limpiarse el culo.
        El papel pa pon era el que hacía de sentadero para no mojarse las nalgas con miados, también amortiguaba el frío de la vieja taza sin sentadero.
        Finalmente el papel pa ler, era el que cuidadosamente se escogía, más se usaba, y servía, además de la noticia del gol de cabeza de “Volskwagen” Hernández, la gran jugada de Avellaneda, o el gran atrapón de Resorte Alvarado; también espantaba el vergo de moscas y mosquitos que buscaban postre en el culo..., y también era el papel extra en caso no ajustara.
        Definitivamente el papel pa ler era el mas valioso tocante a este negocio.
        El papel higiénico sencillamente no era afrontable y era usado sólo por las mujeres, las raras veces que se dio el caso de usarlo entre mi marita de párvulos, en vez de limpiar llenaba los dedos, definitivamente ese volado no nos gustaba a los machitos, y el más grande de la marita, para alivianar el ahuevado tema, nos decía que el papel higiénico era para mujeres..., y para culeros.
        También recordé que más de una vez vi madres salir hechas cuete al grito "mamáaaaaa" debido algún anélido prendido en el tutuy de algún mono como yo, y nadie defecaba o se bañaba sólo en el baño-cagadero pues allí vivían candiles, arañas, cucas, cachimbo de zancudos, y otra flora y fauna.
        Pero cuando regresé a mi patria por segunda vez en 1999, ya no me podían dar paja, pues había visto y rasguñado como viven los ricos.
        Pensé ahora como entonces que había algo así como parámetros para decir "este maje tiene pisto", o sea, como aquí en Estados Unidos, especialmente en Texas, donde he advertido que el tener carro del año se intenta transmitir el mensaje "miren majes, estoy viviendo vergón", aunque la casa de miedo solo verla, o sólo trabaje para el carro. O como los hispanos "texanos" que piensan que no hablando español los hace "americanos" y "blancos" como los gringos, por lo que esconden el hecho que hablan el idioma y que sus tatas son hispanos.
        Mi impúber mente pensaba entonces que quién tenía carro, teléfono y televisión era un macizo, pero en medio de esos mesones en Sonsonate me di cuenta irrefutablemente como han cambiado las cosas en cuatro décadas, aunque no sé de los carros, el promedio 10-20 familias que vivían en estos mesones cocoteros, como los negros de Cabrini Green, o los potorros de Humboltd Park, casi todos tenían celulares, televisión, cable, estéreos..., etc.
        Los parámetros materiales, pienso ahora, han dejado de diferenciar al rico del pobre.
        Pero estoy seguro ahora que el parámetro que nunca cambia es la educación.
        La educación es la que hace libre, no la verdad, la verdad se estira y se encoge, la verdad en esos mesones está cabrón vivirla, ¿quién no preferiría la verdad de la Escalón y Santa Elena?.
        Yo hoy puedo atestiguar a mi mismo que la verdad con educación es más vergona que la verdad sin ella, aunque se esté bañado en pisto, sin educación es algo así como ser pobre de mesón con pisto... la educación no se estira y se encoge como la verdad... Educación sólo es una, verdades hay muchas...
        Y la verdad de la educación en El Salvador la vi con mis propios ojos de 1999 a 2001, nadie me puede dar paja.
        La verdad es que la educación y economía ha mejorado geométricamente para el rico post guerra, pero ha empeorado exponencialmente al pobre de mi tierra... y la distancia que hoy separa el pobre del rico, a pesar de la tecnología, o debido a ella, se ha agrandado años luz...
        Ahora la distancia pobre-rico en mi tierra salvadoreña ya no es de la Tierra a Mercurio como en mi infancia, sino de Plutón a Mercurio.
        La falta de oportunidad para educarse, y la falta de oportunidad del educado para desenvolverse es lo que tiene, hoy como entonces, crónicamente pobretaria a mi gente.
        No puede haber progreso sin educación.
        Como no puede darse una efectiva educación con gente enferma y desnutrida...
        Como cada problema tampoco se resuelve de la noche a la mañana...
        Pero en mi siempre venerado Señorío de Cuzcatlán, desde hace 186 años, ni aún se comienza.
Noviembre/2007

Tamen

      
 
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