Un martes, a mediados de los años 70, me encontraba en la Universidad
buscando un libro en la biblioteca cuando en la entrada de la facultad de
medicina, en la placita "Salvador Allende", me encontré al
zarco, un amigo de cuando áreas comunes que hoy estudiaba Agronomía.
-No querés tomar un poco de 'kicapú', ¡está rico!... -ofreció al verme.
Él tenía uno de esos garrafones de
agua cristal lleno de un líquido anaranjado, y en un cono de papel para minuta,
me sirvió un poco y yo lo tomé... ¡Puro jugo de naranja!... Llegaron otros y se
echaban su cono, mientras él los arengaba para ir al desfile bufo, y así, 30
minutos después, estaba en mi cuarto cono y me sentía manudón, casi a pija...
¡y picado!... ¡pero se había acabado la garrafa!.
-Vamos al desfile bufo, va'star vergón, la reunión
es en el Paraninfo, allí hay más kicapú -me dijo... "Otro par
de conos y me safo" -me dije dándome paja a mi mismo ya picado.
Al llegar a la plaza enfrente de la Biblioteca y el Paraninfo había reunido
casi dos mil personas, todas usaban disfraces, maquillajes, pero ninguno
mostraba su cara. Había escobas, escusados, peroles, trompetas, burros, bueyes,
cuches.
El desfile Bufo era una tradición de los estudiantes universitarios que se
inició años atrás. Una crítica en "desfile-sátira" al régimen
de la época.
El zarco me dio una peluca y una máscara, me los puse y me serví mas kicapú.
Salió el desfile a las doce del mediodía por la 25 Avenida hacia el centro
de la capital. El Zarco era el encargado del kicapú el cual iba en una
carreta jalada por una yunta de bueyes pintados de rojo. Yo vi tres cajas en
esa carreta que estaban bien tapadas... ¡pero no se me ocurrió preguntar!... Me
preocupaba que hubiera suficiente kicapú y de eso vi cuatro garrafas
llenitas, ya estaba más carón y más picado, casi a verga pero consciente...
¡Este kicapú era deliciosamente adictivo!...
Al llegar a la Fuente Luminosa, enfrente de la embajada yanqui, el desfile
se paró para el ya tradicional lanzamiento de botellas, piedras y otros objetos,
a la embajada, hasta aquí pareció todo "normal", pero alguien lanzó
un cóctel Molotov que aterrizó a unos dos metros de la puerta principal de
ésta. La gasolina generó fuego e inmediatamente todos vimos cuando dos
"cheles Marines" parapetados en la terraza del edificio, se pararon y
dispararon su M-16 al aire. La mara no se ahuevó y más cócteles siguieron...
¡De pronto!... dos tanquetas y muchísimos cuilios aparecen a ambos lados de la
25 avenida cerrándonos toda salida.
-Ayudáme, me dice en ese momento el Zarco, yo no lo
escuchaba, mi adrenalina me advertía en el huevo que me había metido y medía la
situación, luego me di cuenta, muchos vinieron con mochila en mano, destaparon
las extrañas cajas y agarraron pistolas y cócteles... ¡Eso había en las
cajas!...
El Zarco me dio
una mochila y viéndome perplejo me dijo: -Agarrá lo que podas que tenemos
que pegar guinda.
Estudiantes armados empezaron a disparar a la policía y fue cuando vino
el desparpajo. Yo corrí a refugiarme con el zarco al edificio curveado que
había enfrente de la Fuente Luminosa. Tres "chotas" nos cerraban el
paso, hacia allí tiró el Zarco aquella botella de Tíc Tác llena de clavos y
gasolina con un pedazo de trapo como mecha, ¡al estrellarse en el carro explotó
y llamarada de fuego salió!, nosotros aprovechamos para salir en guinda,
llegamos sudando y pálidos a la colonia Universitaria Norte sobre el Boulevard
de los Héroes, nos sentamos a descansar, la guinda de 10 minutos nos había
agotado... ¡Y la pija se me había ido!
-Tenemos que llegar a la U porque aquí estamos
copados"-, me dice el zarco mientras estábamos
escondidos tras un muro de piedras en una casa en construcción.
-¿Dónde está tu pistola? -el zarco pregunta
-¿Cuál pistola?
-¿No has registrado tu mochila, sabés cómo usarla?
Adentro de la mochila habían dos más cócteles Molotov... ¡Y una escuadra
que de nueva relumbrada lo plateado!... Yo me asusté.
-Prefiero no usarla.
El Zarco me mira extrañamente y replica:
-¿Te estás aculerando?, estamos en un huevo, si nos agarran
nos torturan, nos matan o desaparecemos, ques la misma mierda, vas a tener que
usarla, sí se da el caso.
Teníamos casi una hora de estar escondidos y ya habíamos visto pasar una
tanqueta con rumbo a la U que se encontraba a dos cuadras. Después de media
hora empezamos a caminar ojo al cristo en pequeñas calles que corren paralela a
la de los Héroes. Llegamos a una calle algo arriba de IN (Instituto
Nacional General Francisco Menéndez), y sigilosamente comenzamos a caminar
hasta llegar al edificio de la antigua Escuela Normal España que ahora era
parte del IN, cruzamos la calle, y a lo lejos, en el portón sur, vimos una
tanqueta y varios cuilios...
Nunca se me ocurrió que la U estuviera cercada pues nunca habían hecho eso
los militares... Todas las calles aledañas a la U estaban cerradas al tráfico,
hacía rato que no veía un solo bus o carro, ¡mucho menos un alma caminando esas
calles vacías!... ¡Estábamos solos!...
Trepamos la cerca del IN, llegamos a la piscina; lo ancho de la cancha de
fútbol separaba la piscina del edificio principal del IN, llegamos a unos 20
metros del cerco de malla ciclón que separaba la U con el IN cuando ¡De
repente! oímos la primera ráfaga, nos tiramos al suelo y vi una tanqueta
escondida cerca del edificio principal del IN, al otro lado de la cancha, un
Guardia Nacional, subido en el techo, señalaba cómo a seis Guardias Nacionales
abajo, donde estábamos nosotros, ¡La "Benemérita" venía
corriendo hacia nosotros!. ¡No había salida, aquí morí pensé ese momento!. Otra
ráfaga se oyó a lo lejos y vi a los Guardias tirarse al suelo; nosotros
seguíamos en el suelo, pero desde donde estábamos podíamos ver hacia abajo, a
lo lejos, como 100 metros... ¡El cafetín de AGEUS!...
No sabía quien disparaba, cuando el Zarco me grita!
-Son los de la U que nos cubren, corramos.
Y vi al Zarco correr hacia El Cerco, que quedaba en bajada y era de
unos cinco metros de alto y púas, lo vi saltar, evitar las púas, y cuando ya
iba a saltar al otro lado me vio, quizás vio el terror en mi cara pues me gritó
-corré, no te aculerés... ¡Y desapareció de mi vista!
PORQUE EL COLOR DE LA SANGRE JAMÁS SE OLVIDA
Yo estaba en pánico, jamás había estado tan cerca de la muerte. Pero las
palabras del Zarco me despertaron y me levanté dejando la mochila en el suelo,
corrí los 20 metros que me separaban de El Cerco.
La balacera arreció y ya no sabía quién disparaba a quién, yo sólo corría,
pero por vez primera en mi vida, oí ese zumbidito que una bala hace al pasar
cerca de uno... ¡Y que tan bonito se oye en las películas!... ¡Un sonido que
jamás olvidaré!...
Llegué al cercado, salté para alcanzar las púas, la balacera ensordecía, la
ametralladora 50 de la tanqueta empezó a disparar, pero sin importarme las púas
-quizás ya ni mi vida- salté los casi cinco metros al suelo, amortigüé la caída
con mis manos y pies, pero mi frente golpeó el pavimento; por escasos segundos
me sentí de nuevo borracho, en la luna, pero el grito del Zarco me despertó.
-Por aquí, detrás de los carros.
Eran 10 metros más para la salvación, líquido mojó mis ojos y creyéndolo
sudor me lo limpio con la manga de la camisa: ¡Era sangre!.
Me había partido la ceja derecha y un chorrito de sangre se derramaba a mi
cara... ¡Pero corrí!.. Llegué donde el Zarco agazapado detrás de un carro lleno
de hoyos de balas con todos los vidrios y carrocería balaceados. Allí
permanecimos media hora más, sin hablar, sin movernos, sólo oyendo la balacera.
Entonces me di
cuenta que había entre 10 a 15 individuos con mochilas, sendas ametralladoras,
pañuelos rojo y negro que medio cubrían sus caras, en los pañuelos se leía en
letras grandes y blancas: ERP (Ejercito Revolucionario del Pueblo).
Todos estaban detrás de una barricada rápida de carros estacionados que
habían hecho en el parqueo del cafetín de AGEUS. Allá, en el cafetín, habían
muchísimos más que nos hacían con sus dedos la letra "V" de
¡¿Victoria?!.
La balacera paró a la media hora pero nadie se movía de sus puestos.
Otra media hora pasa, ya son casi las cuatro y media... ¡Más de cuatro horas de
angustia provocados por mi sed por alcohol!.. Yo seguía sangrando copiosamente
y me lo tapaba con el pañuelo blanco, éste estaba empapado en sangre y me
empecé a sentir débil... ¡Entonces perdí el sentido!.
Desperté en una camilla en un cubículo bien pequeño, afuera estaba oscuro,
el reloj Pílsener de pared marcaba las seis y media de la tarde.
-Perdiste bastante sangre pero no necesitaste
suturas, la herida es como de media pulgada, pero se va a cerrar ella sola,
¿Cómo te sentís?-, me
preguntó un corpulento individuo que después supe iba a 5to. año de Medicina.
En eso llegó el Zarco, fresco como una lechuza... ¡Sin un rasguño!... Y me
preguntó:
-Qiubole broder, ¿Ya te despertaste? fue buen
vergazo broder pero ya paraste de sangrar y eso está 'chévere', estamos fuera
de peligro; los de AGEUS (Asociación General de Estudiantes Universitarios Salvadoreños)
quieren saber cual es tu apellido, yo no me acordaba y te registramos, pero no
andas cartera ¿La perdiste en el 'vergoloteo'?. Llegó un tipo de AGEUS
que nos interrumpió diciéndome -se portaron con huevos burlando el cerco
de esos 'gorilas hijosdeputa' ¿Cómo te sentís? Los 'chafarotes han decretado el
cerco alrededor de la U y aquí vamos a dormir esta noche, allí te van a traer
leche y cena, perdiste mucha sangre y si deciden invadir vamos a necesitar de
tu ayuda, así que relajate pa' mientras, y se fue.
Me levanté a tomar agua y "miar", entonces vi a través de la
ventana y me dí cuenta que estaba en el cuarto pegado al cafetín de AGEUS, ¡La
Barbería!, los que parecían estudiantes, habían hecho una barricada de carros
enorme, estaba algo oscuro pero vi siluetas que me decían que había gente allí.
Me dieron ganas de cagar y me toqué las bolsas por un cigarro,
milagrosamente hallé uno quebrado y ensangrentado, pero lo encendí y me senté
en la taza... y en la pared del pequeño baño decía ésto:
No hay nada más singular que las ganas de cagar con un cigarro bien
encendido queda el culo agradecido y la mierda en su lugar...
Sentado en la taza con el Delta encendido recuerdo que entonces recapacité.
¡Estoy cercado¡ ¿Qué habrá sucedido?. ¿Y si invaden, voy a usar pistola?.
Disparar a otro semejante no quería ni pensarlo, ¡Pero no era miedo!, yo
recuerdo que quizás si alguna vez me porté adulto en mi juventud fueron en esos
momentos del cerco. En ese pequeño baño maduré la situación como adulto, sin pasiones
y nerviosismo aunque con temor, pero estoy seguro que todos los que estábamos
en el campus sentíamos temor a la muerte esa noche... ¡En las trincheras no
hay ateos!... Concluí que yo no estaba allí por convicción sino por
accidente... ¡Y mi compulsiva obsesión por alcohol!... Simpatizaba con las
demandas de los campesinos y las clases desposeídas pero no para ofrecer
mi vida. Así recuerdo básicamente cavilé esos 30 minutos que pasé en el baño.
Al salir encontré al Zarco, me dijo que no se sabía cuantos pero había
varios muertos, y hay muchos heridos dentro del campus, como en el Rosales. Que
había negociaciones por intermedio del arzobispado con la "dictadura"
para levantar El Cerco y permitir los heridos salir y ser debidamente
atendidos, que los militares quieren saber los nombres y rindieran las armas
los casi 200 "subversivos" armados dentro de todo el campus.
Como era vacación de interciclo habíamos pocos estudiantes. Entonces me
acordé ¿Y mi cartera? Me registré y nada... ¡La había perdido! ¡Allí estaba mi
cédula, carné de la U!... ¿Y si la encontraba la cuilia?... Entonces me
estremecí a la idea que llegaran a la casa a buscarme para matarme como estaba
ya sucediendo casi diariamente.
A la medianoche los vehículos militares alrededor de la U arrancaron y se
fueron ¡Habían levantado El Cerco militar!. Luego llegó un vehículo de
la Cruz Roja a avisarnos que El Cerco estaba levantado pero sugerían que
esperáramos hasta mañana de día para salir. Todos estuvieron de acuerdo y allí
dormí en una silla de la barbería que me apropié.
A las seis de la mañana empezamos a salir de dos en dos.
Había varias ambulancias de la Cruz Roja y otras que se leía "Comisión
Jurídica del Arzobispado", nos montamos en una de esas con el
Zarco y nos bajamos en el centro, hasta cerca de la parada de la oficina
central de la Cruz Roja y luego agarramos la Ruta 29.
Así llegué a mi casa a las ocho de la mañana de ese día de la violenta
década de los 70..