EL TEMPLO DE AFRÓDITA
"LA AVENIDA"

GUSTAVO COURBET "El Origen del Mundo"

        San Salvador nunca tuvo una "oficial zona roja, pero había una real zona roja que en la capítal se le refería como "la Celis" o "La Avenida". Constaba de muchas manzanas de numerosos prostíbulos y abarcaba desde la Avenida independencia, Calle Concepción, 24 Avenida y Sexta Avenida... hasta la Plaza Zurita.
        Había cantinas con bonitas y feas prostitutas, que los dueños de burdeles se esmeraban en cambiarlas cada mes.
        Existían putas independientes que alquilaban un cuarto orilla de calle con puertas enrejadas donde se exponían casi desnudas y se ofrecían con lujuria al que pasaba. Por supuesto no podían faltar las callejeras que tenían comisión con los dueños de las muchas pensiones del área, allí llevaban a los que "pescaban" en sus correrías por las calles y algunas eran populares por que ofrecían "los tres platos" hasta por un colón..., más el pago de la pensión.
        A ambas orillas de la 24 Avenida, que corre del Reloj de Flores a la Calle Concepción -en donde hoy está localizado el mercado La Tiendona- había prostíbulos baratos que se escondían con el nombre de "cervecería, restaurante, o comedor tal", pero al pasar era evidente que no eran más que prostíbulos baratos, con su cinquera, sus mesitas y las chavas listas para su trabajo.
        Los fines de semana por la noche los clientes que más se veían en estos lares eran grupos de soldados buscando como aprovechar la licencia de fin de semana...
        Eran días en que la sífilis y la gonorrea se "curaban" con yodo y las "ladillas" con "Ungüento de Soldado".
        La mayoría de prostitutas eran jóvenes de las provincias o "inditas" como les llamaban los capitalinos, aunque de india no tenían ni rasgos. Las pulseras tenían lo que la gente les llamaba chivos, el equivalente del pimp gringo, estos en su mayoría eran ladrones o gente que no trabajaba. Ellas les daban dinero a sus chivos para que vivieran con ellas y las protegieran en su trabajo.
        Decirle a una mujer decente capitalina "sos de la Avenida", o a un hombre honrado "sos chivo de la Avenida", era un insulto que a veces llegaba a los vergazos. Las dos expresiones habían pasado a formar parte del enorme léxico de insultos con que los salvadoreños contábamos. Pues esta era la reputación que tenía esa zona.

Gira mundo, gira el amor,
cual óvulo sideral oscuro
sufre estupro en su futuro
pariendo un ego inferior.

         La calle Celis, que supongo se llama así en honor al prócer Santiago José Celis, era el corazón del Templo de Afrodita. Allí estaban las putas enrejadas. Alquilaban un cuarto orilla de calle donde la puerta tenía otra puerta de rejas, las chavas se mantenían agarradas a los barrotes atrayendo clientes, "Papaito ¿No querés pasar? Te voy a dar un buen rato", "Hey chulo, te prometo hacértelo bien" y quien pasaba podía apreciar y escoger la que le gustaba.
        En la década de los 60, e inicios de los años 70, antes que Herrera Rebollo barriera con esa zona, las del sector del cine Avenida cobraban 5-10 colones por un solo plato, las de la Celis generalmente cobraban de 3-5 colones por dos platos, y las de la 24 Avenida 0.50 centavos a un colón por el menú completo.
        Las tarifas estaban bien establecidas. En los inicios de mi adolescencia mi hermano me llevó allí, supe después que mi tata le había dado cinco colones para que me llevara a "hacerme hombre y aceitara la pistola". Pero para entonces ya había vivido la experiencia unos meses atrás con una compradora de papel y botellas. Yo ya sabía donde íbamos y aún así era un manojo de nervios, escogí una enrejada que al pasar me di cuenta, que además de la cama de trabajo, había una cunita a la par donde dormía un bebé, me cobró por adelantado, y al finalizar la vi sacar un huacal de aluminio lleno de agua -supongo-, agacharse y lavarse... Y yo iría a la Celis muchas veces más.

Me lo dicen las montañas,
me lo canta un difunto trino,
del tiempo que fue y se vino
ya no quedan ni las entrañas...

        A mediados de los 70 comencé a conocer muchos prostíbulos fuera de esa zona. La Villa Carrión en La Garita, el Club Privado Cinco y Media en la troncal del norte, El Pájaro Azul en el cerro de san Jacinto, y mi favorito que fue La Villa Sisi en Ilopango. Había muchos y se decía casi todos pertenecían a una mafia de oficiales del ejército. También había otros Templos de Afrodita esparcido a lo largo y ancho de San Salvador como los del alrededor del Cine Modelo, entre ellos el más famoso fue Los Chorritos.
        La apertura de la Avenida Juan Pablo cruzó toda esa zona de La Avenida y Calle Celis. Hoy día aún quedan remanentes de la Celis, pero han caído tan bajo, tan a la vista, y se sabe es manejado por Maras.
        Las callejeras han mudado su negocio al área de La Calle de Los Locos, en los alrededores de la otrora respetable Colonia Layco, también se hallan en los contornos del Parque Bolívar, pero aún existen prostíbulos legales en todo San salvador, así como en los casinos, donde pululan chavas bonitas que aceptan hasta cartas de crédito.
        Pero los emergentes y legales "cuasi" prostíbulos son el orgullo del implantado "libre mercado" de la capital; allí por $10.00 dólares -nada de colones- se puede manosear y chupar pechos durante tres canciones a una chava totalmente desnuda. Entre los más populares de estos están El Lips y El Titanic. Son calificadas como "empresas" por el gobierno actual y se anuncian en los diarios con "especiales" de la semana.
        Las chamacas ya no son "inditas" sino salvadoreñas que de día asisten a reconocidos centros de estudios y de noche trabajan en estos lugares...
        ¡Así que Bienvenidos a El Salvador!

Hoy lloran el valor y el sueño
atrapados en idólatra placer.
¡Pedacito regado por doquier
te llevaste el alma del ensueño!

        AGOSTO/2000

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