LA PALABRA "PUTA"

Leonardo Heredia

    El subdesarrollo de El Salvador no se limita al aspecto económico, industrial y agrícola.     Comprende también la cultura y la educación. Su reducido léxico le obliga a usar la misma palabra con distintas asepciones. Por ejemplo la palabra “puta”, o, el “hijue´puta”.
    - “Hijue´puta”, puede ser una frase de cariño. La madre, refiriéndose a su propio hijo dice: “¡Es que es lindo el hijue´putía!”.
    -De admiración: “¡Ese es clase de hijue´puta!”.
    -De desprecio: “Se cree un gran hijue´puta y no es más que un hijue´putía, hombre”.
    -De apremio: “Dale, hijue´puta”.
    -De reproche a uno mismo, como, al cometer un error, se dice: “¡Ay,si seré hijue´puta!”.
    -Sirve para designar a una persona cuyo nombre se ignora. “¡Mira, ¿quién era el hijue´puta que iba contigo?!”. Pregunta que bien puede tener como respuesta: “¡El hijue´puta de m´hijo!”.
    - Se emplea en sustitución del pronombre: nosotros. “¡Los cinco hijue´putas que ibamos pa´l puerto, cuando de repente, un hijue´puta cuilio que nos para y...!”
    -Se usa también como un cordial saludo: “¡Hola hijue´puta. ¿Que te habías hecho?!”.
“¡Nada, hijue´puta!”.
    -Denota alegría: “¡Hijue´puta. Simacito le doy al gordo!”.
    - O de susto: “¡Puta. Simacito le doy al otro carro!”.
   El ser cierta clase de hijue´puta es garantía de honorabilidad. Por eso decimos: “¡Yo no soy esa clase de hijue´puta!”.
    -También la cantidad y calidad, pueden ser garantes de una promesa: “¡No me vayás a enganchar!”. “¡Nó´ombre. No soy tan hijue´puta como para eso!”.
    -Es cuestión de tonalidades, de modulación, de intención al decir la frase.

    Y también existe un “¡HIJUE´PUTA!”, dicho en una forma muy especial, por el que cualquier hijue´puta guanaco, se parte la madre con el más hijue´puta.
    El “hijue´puta” de insulto, suele magnificarse con alguna cifra, que no solo pretende incluir en la puteada a toda la ascendencia del que recibe el insulto, sino, hacerla más grande en dimensión de tiempo, y más sonora.
    Entonces, el salvadoreño suele decir: “¡hijue´sesenta y nueve mil ochocientos noventa y cuatro putas!”.
    Cuando no se dispone de tiempo para recordar a tantas generaciones, se abrevia diciendo:
“¡Hijue´la gran puta!”.
Entre más “hijue´puta”, más importante es una persona. “¿Con quién arreglaste el asunto, vos?”. “¡Achís, yo hablé con el mero hijue´putón!”.
    El siguiente diálogo, entre dos salvadoreños que se encuentran en una cafetería en el momento en que entra una muchacha,  ilustra mejor como es que las diferencias en el tono, el ritmo y el volumen, cambian diametralmente la asepción de la palabra.
     -”¡Mirá hijue´puta. Que buena esa puta que va entrando!”.
    -”¡No jodas hijue´puta, si esa puta no es puta!”.
    -”¡A la gran puta!. Y si no es puta con esa care´puta que tiene. Entonces, ¿que putas es, pues, hijue´puta!?”.
    El “hijue´puta” acompaña al salvadoreño, incluso, en los momentos de consternación:   “¡A la gran puta. ¿Así es que se murió, no?”.
    A todo mundo se le perdona ser “hijue´puta”. Solamente se le pide, no abusar. “¡No seas tan hijue´puta. Si no te cuesta nada. Hacéme el cachete!”.
    Como el salvadoreño acepta, de plano, su condición de “hijue´puta”; cuando lo insultan, lo único que hace es regatear la cantidad:
    -”¡Vos no sos más que un hijue´puta!”.
    -”¡Achís. Más hijue´puta serás vos, cabrón!”
    El “hijue´puta” de desprecio: “¡No es más que un pobre hijue´puta!”.
    Bueno, aquí no se trata de agotar todas las asepciones, pero, cualquier hijue´puta guanaco bien nacido, con seguridad que puede agregar, cuando menos, un par de puteadas más.

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