"A Lavar" (1941) Sus pinturas de los años cuarenta muestran la influencia del maestro Valero Lecha sobre sus alumnos. Julia Díaz pinta este retrato tradicional naturalista exaltando la estirpe campesina salvadoreña que recién salía de la peor matanza de indígenas y campesinos en 1932 por el dictador Martínez y la derecha terrateniente criolla. Su vida estuvo cimbrada de polémica y enfermedades. Siempre fue soltera, sin hijos, y su orientación sexual maculó su vida privada, sin embargo, y excepcionalmente, en sus temas siempre reflejo la maternidad, la ternura, la sensibilidad del niño salvadoreño, y dándole fuerte expresión al contenido de la maternidad.
"Carrusel" (1983) Muestra diversión infantil, las figuras infantiles con sus cabelleras al aire y sus gritos de alegría tienen movimiento propio. Fue pintado durante la guerra civil salvadoreña, cuando quedaban vestigios de inocencia infantil. Con sobrios colores sus obras reflejan muchas facetas, como la angustia de los pobres, el suplicio infantil, la maternidad, etc., todo esto usando simples pinceladas o con embrollos abstractos. La pintora manifestaba que "su obra ha sido dolorosa, escasa, un grito que no acaba de salir".