¿Qué te pasa mi noble cacique, que te veo triste y achorcholado? Tu llanto
llega hasta el Chaparrastique. ¿Será porque estás solo y abandonado?
No es
eso, mi querido indio caitudo, por lo que estoy tan preocupado. Lo que pasa
es que muy a menudo los zopilotes me dejan todo zurrado
Yo pensé que sufrías
amárgamente ya que pocos se acuerdan de tu existencia. Tu llanto se debe, seguramente, que
necesitas limpieza con urgencia.
Es que me cambian de lugar a cada rato y
me tráen de La Garita a La Tiendona. Yo quiero me trasladen de inmediato juntito
a la estatua de “La Chulona”. ¿Y por qué tenés la mirada perdida, como
vigilando desde tu palestra? ¿Será que esperás alguna movida. Talvez una secretaria,
o alguna maestra?
Si me vés que estoy vigilante es porque yo soy muy listo. Estoy
vigiando al cipote maleante que te robó la cartera con el pisto.
Soy campesino,
pero no soy baboso, pués nunca llevo dinero en la cartera. Solo cargaba un recibo
moroso. El pisto lo guardo en la cebadera.
Sentí escalofrío cuando el cipote
ladrón me metió su helada mano como de esqueleto. Es que tengo un hoyo en el
pantalon, aquí atras, muy cerquita del “Aniceto”.
Aquí tené mucho cuidado y
en líos tratá de no meterte. Con los capitalinos sé cortéz y educado; o del fundillo
van a cogerte.
Yo a nadie le hago ningun mal y no ando buscando problemas
nuevos. Pero si me quieren fregar los de la capital, con la cuma les corto
los “hue...chos”.
Yo sólo te estoy advirtiendo que aquí la vida es una
lucha a diario. No quiero que en pleitos te estés metiendo, y amanescás “tilinte”,
allá por El Centenario .
Yo simplemente vine a la Capital en busca de un
trabajo decente. Si aquí todos me van a tratar mal mejor me regreso para Oriente.
Pués
es lo mejor que te conviene, regresar a tu rancho y tu maizal. Del campo mucha
gente se viene, y ya no cabemos en la Capital.
Me vine obligado por La
Naturaleza, pués nos cayó un mortal aguacero. El río nos cubrió de piés a cabeza y
solo me quedó mi chucho ahuacatero.
Será mejor que lo cuidés mucho para que
no te le den matacán. Aquí se come hasta carne de chucho. Lo venden por cuzuco
en el“Cuzcatlán”.
“Firuláis” es mi amigo sincero y un excelente perro cazador. Cuída
mi rancho y mi gallinero. Es el mejor en todo El Salvador.
Eres afortunado,
tal es el caso de tener un amigo tan leal. La amistad es algo muy escaso, especialmente
aquí en La Capital.
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Entonces ¡Hay nos vidrios, mi cacique! Y gracias por
su valioso consejo. Ahorita tomo el bus para Lolotique, para que ya no me vean
la cara de pen...sante.
Campesino, me has caido muy bien y antes que dejés
esta ciudad maltrecha un recuerdo quiero te llevés también. Te regalo mi arco
y mi flecha.
Pero te las doy con una condición. Que las usés contra la opresión
y la pobreza. Y todo aquel que quiera invadir nuestra nación que pague tal osadía
con su cabeza.
Y así como yo luché hasta la muerte contra el cruel conquistador
invasor. Así quiero que con tu vida y tu suerte defiendás a mi querida patria,
El Salvador.
Mi corazón se queda aquí contigo y gracias por tu guerrera arma
pipil. Pero si querés quedar bién conmigo, entonces,mejor regaláme un fusil.
Pues
mi puntería es certera y derecha y tengo buena vista desde lejos. Pero con
un arco y una flecha, de plano, no voy a matar ni conejos.
A otro con ese
cuento infantil. No voy a caer en tu treta. ¿Con que querés un fusil? ¿No querés
mejor una metralleta?
No quiero tanto armamento, prefiero mejor el fusil. Y
conseguime una plaza de Sargento en la Policía Nacional Civil.
Hoy si ya
me caístes mal condenado indio pedigüeño. Por vago te voy a echar a la Municipal. ¡Tenías
que ser indio salvadoreño!
Y yo que te traté como hermano pués creí que eras
de otro modo. Vos sos de los que se les da la mano y se quieren coger hasta
el codo.
Pués, no me regalés nada mejor, y de la cólera ya no te estés ahogando. Nadie
está invadiendo El Salvador Así que no te sigás encabritando.
Y si en caso
alguien lo quisiera invadir, para eso está nuestra Fuerza Armada. A los “gringos”,
ayuda tendrían que pedir, porque solitos, irían solo de retirada.
Salú campesino,
que te vaya bién, y tu milpita trabajála muy duro. Yo quisiera irme contigo también para
seguir hablando “carburo”.
Hablaremos más en otra ocasión en que visite de
nuevo la Capital. La próxima te invito a irnos de “vacilón” con un par de “pulseras”
al Camino Real.
Saludáme a todos tus paisanos, por favor, y decíles que las
mano les quiero dar. Que cuando visiten San Salvador no se olviden de venirme
a visitar.
Atlacatl, hoy si llegó la hora del despido, ya estoy oyendo
cerquita la corneta. Te prometo que de tí jamás me olvido. Salú, ya llegó mi camioneta.
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