MERCEDES DURAND FLORES
1933-1999

        Mercedes Durand nació en San Salvador en 1933. Maestra, periodista, poetisa y cuentista. Su poesía es fina y cuidada forma. A veces descriptiva, a veces intimista. Cuando trata el tema social lo hace casi siempre con limpidez y mesura.
        Pertenece a la Generación del 50, que algunos llaman "Generación Comprometida". Algunas de sus obras son: "Sonetos Elementales"(1958); "Poemas del Hombre y del Alba" (1961); "Las Manos en el Fuego" (Libro formado con Poemas de Mercedes Durand y de David Escobar Galindo, 1969); "Todos los Vientos" (antología poética, 1972). También un libro de cuentos, publicado en 1971: "Juego de Oüija".
        Doña Mercedes Durand falleció en la ciudad de México el 7 de Julio de 1999; en esa ciudad Azteca pasó sus últimos años en el ambiente literario y en donde dejó muchos discípulos que aún la recuerdan con aprecio y cariño.

JUCUAPA

Dulzura de jocote, piel caliza,
hermana del izote campesino,
madruga en cafetales tu camino
y en claros ojos de agua tu sonrisa.

La vida de tu pueblo se desliza
sembrando la semilla, atando el fino
suspiro del tabaco matutino
y haciendo germinar a la hortaliza.

La furia de la tierra en movimiento
dos veces ha quebrado tu estructura
dejándote desnuda frente al viento.

Y tú, con la paciencia nazarena,
Jucuapa,la provincia sin ventura
te has vuelto a levantar fuerte y serena.

 
 
 
 
 

EL AIRE

El aire se alistó de marinero
con boina de muchacho vagabundo,
un barco lo condujo por el mundo
soplándole el blancor de su velero.

El aire se cansó de aventurero
y quizo cococer el mar fecundo,
un buzo le enseño de lo profundo
corales encendidos al viajero.

El aire se compró boina dorada
y fué por los jardines de la infancia
soltando su frescura oxigenada.

El aire, del jugar hizo bandera,
un juego alimentado en la fragancia
del yodo y la campiña volandera.

EL NARANJO

Cuando un naranjo crece
y se llena de flores
y un olor acidoso se extiende por el patio
me traslado a la infancia
y percibo la dulce presencia de mi madre.
Ella amaba la tierra,
la semilla y los pájaros
y un buen día,
recuerdo,
plantó un verde naranjo.
Y todas las mañanas,
con sus pequeñas manos
y mi voz tras sus pasos,
regaba las violetas
y aquél verde naranjo.
Han crecido los días,
han crecido mis pasos
y ha crecido el silencio
en torno de mi madre.
Pero el naranjo sigue creciendo
tarde a tarde
y con él se renuevan
los instantes perdidos,
los recuerdos llorados,
y sus frutos resumen
la sublime alegría
que adornaba a mi madre.....
Cuando un naranjo crece
y se llena de flores
y un olor acidoso se extiende por el patio
me traslado a la infancia
y percibo la dulce presencia de mi madre.

 

 

 

  
 

 ESPACIO DEL COLOR

Desde que me anunciaron tu venida
dispuse regalarte los colores
prestados a las frutas y las flores
hermanas vegetales de tu vida.

La fresa me prestó su piel de herida,
el trébol su conjunto de verdores,
el blanco jazminero sus candores
y la aceituna oscura su medida.

El ácido mirar del limonero
y la pupila ingenua de la rosa
mezclaron su color en tu velero.

El mundo de la flor y de la fruta
me ha dado su acuarela primorosa
envuelta en los olores de la ruta.

 

 

 

SONETO

Este ignorar el rostro del futuro,
este no ser el ser que se quisiera
este ambular sin ruta duradera
es un estar sin un estar seguro.

Este vivir golpeándose en el muro
del miedo, de la noche y de la espera,
es un negar la vida verdadera
es un temor secreto, necio, impuro.

Este sentir angustia desmedida
ante el paso inicial de la mañana
portadora del alma presentida.

Es un querer fugarse de sí mismo,
es un cubrir la luz de una ventana,
es un permanecer en el abismo...

 

 

 

 

ESPACIO DE CANELA

Mi cuerpo es una rama de canela
cortada en un Agosto de claveles,
el trópico quemaba níveas pieles
y hervía en los trapiches la panela.

Hermana del zenzontle que pincela
sonidos de su buche en los vergeles
la rama se acompaña con las mieles
que ríen de abeja cuando vuela.

No tengo de la rosa su corola
mas guardo flor de barro en cada mano
que tiñe de rubor a la amapola.

Canela el corazón, canela el viento,
mi cuerpo ha ardido en leños de verano
y tú, tienes canela en el aliento...

Tamen

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