Roque
Dalton García le dedicó el poemario Pobrecito Poeta que Era
Yo, a él y al guatemalteco Otto Castillo, ambos fallecido en
diferentes circunstancias. López Muñoz nació en SanSalvadorel 10 de Noviembre de 1930 y murió asesinado
el 1 de Septiembre de 1960. Entre sus publicaciones están Primera voz (poemas),
Intinerario y Patria Interior.
DESTIERRO
VOLUNTARIO
(Fragmento)
A veces,
en la pausa
de alguna piedra a la vera del destierro,
se oye
susurrar al viento, alborotando a las estrellas.
Y la agonía
de un hombre solo
camina
ancha y errabunda en medio de los pastizales,
en medio de
la noche estentórea
tan llena
de murciélagos y de esperanzas muertas;
alguna luz
en la otra orilla
-en la otra
orilla del sueno-
nos guía
hasta las fogatas de los hombres
(fogatas
hidroeléctricas
llamas
cuadradas, incendiadas nieblas).
Es posible
que todo
comenzara con fantasmas de mi propia imaginación
pero he ido marchando,
hincando el
hambre en alguna fruta del arroyo
por lecho el campo llano
y por
amante una ilusión noctívaga,
un no sé qué, una nostalgia
una impresión de haber nacido
antes,
de sólo estar soñando este
destierro.
Pero
me posesiono de todas las historias
y de todos los rostros,
nunca se cansa el corazón
de conocer a todos los
habitantes de la tierra;
aunque en todas partes la
historia de Caín y Abel
es tan vieja como el principio
del mundo,
en todas partes la cara del
diablo o la del ángel
asoma cambiante y sardónica.
Hubiera deseado llegar a puerto
seguro
pero es tanto como decir: "llegar al paraíso";
sin embargo estoy vivo y pisando
la tierra,
los vientos del Caribe traen
ensueños vagos
...
y el mundo parece venirse
a plomo de repente.
Es necesario ir a buscar nuevos
vientos alisios
y hacer de cuenta, a veces,
que la brújula nos vuelve locos,
que todavía existe una pulgada
de tierra
no descrita en ninguna de las
cartas marítimas.
Y uno termina forastero en el
mundo,
muerto a campo traviesa......
"No
me queda ni mesa ni convivio
ni piedra en que sentarme,
ni pulgada de piel donde pulsar
mis besos...."
(de un
viejo poema)
Indecisa
en la rosa de los vientos
está la angustia espesa que te
busca,
¿Adónde ir en esta encrucijada
de planetas desiertos y largas
caminatas,
descifrando el ovillo da mí
mismo?
Estoy aquí, perdido,
esperando algún barco, cualquier
barco,
cualquier ruta olvidada.
Mientras tanto cuento mis
pertenencias:
(de un viejo poema)
un puñado de días, de instantes,
de sucesos
cayéndose a pedazos de mi
andrajo vital;
nunca tuve una historia:
sólo fui una baldía pirotecnia
un destello aislado y sin
efecto.
Mientras tanto
los hombres se agrupaban,
no sabían por qué:
prestaban aliento, vivían de consejos:
un patriarca, un hogar, algún
santuario,
el respeto a los lábaros sagrados.
La muerte es más amarga desde el día
en que le di la espalda a ése
pasado,
tornándome cariáceo fugitivo.
Me he buscado estructuras,
pensé poner mis propios materiales:
pero no existe hogar sin
habitantes,
no se puede construir para
encerrar fantasmas.
¡De tanto contemplar mi corazón
he formado su propio
tabernáculo!
Y se me va muriendo,
intermitente,
asediado en su pánico a la muerte
-murciélago
antiséptico,
peculiar en su ala rondadora,
¿Adónde ir, qué punto de la
curva,
en cual circunferencia está la
patria?
Tala el hombre los árboles,
recolecta
los trigos y, cotidianamente,
se ayunta y reproduce;
más
mi estupor no sale de si mismo,
no inventa su oración definitiva.
Busca consorte el miedo
disparejo.
Pues no les nada una sombra que
se asombra..
EL LOCO DE PUERTO CORTÉS
Es otro el Mar Caribe de los barcos mercantes; inséctos venenosos y verdes
platanares abatidos enturbian el color del mar casero. Tahúres, vagabunsdos, marineros
varados en noches torrentosas, montañas de ginebra y de sexos estériles, explotan,
rugen, pasan... y vuelven con la ronda de otros barcos... ¡Quién no se vuelve
loco como tú', en medio de esta usina paralítica! Acechabas los barcos, buscando
algún mercante que viniera de Cuba (porque son los cubanos los que llenan las latas
de comida) Por las noches rodabas algún tronco de pino o un racimo de plátanos (nunca
volvió ese barco que viaja a Nueva Orléans) muriéndote de hambre y de locura, partida
en pleno pecho tu condición de hombre. (És el Caribe éste? Este es el Mar Atlántico?) (Donde
se marcha uno a Nueva Orléans?) Es inútil mirar a la tormenta, que amenaza a
las luces en la boca del puerto; es inútil mirar al sol poniente, al rosáceo
horizonte quebrado en mil espejos por el agua. (No viene el capitán de Nueva
Orléans). Ya no busco la ruta de algún dado tirado por un tahúr, espero otra señal
que viene del Caribe Que me traigan las olas la razón. (¡Mare Nostrum!, contéstame)
GLADYS, MORENA SILFIDE
En este medio día del trópico
tu
cuerpo se iba amotinando pájaros,
pequeña sílfide del Caribe;
el sol, vertical y broncíneo,
caía en plena calle,
hesitando en la prisa de los hombres reverberándote....
Nada te ha vulnerado al descubrirnos
tu apoteósico escorzo;
mariposa fugaz,
vela blanca que hinchaba el Mar
Caribe.
Doblando Yucatán, que desparrama
los caminos,
todo se hace instantáneo
más tu, trascendente y fugaz,
llegas a establecerte en el
recuerdo.
Llegas a establecerte como un grito de júbilo,
hembra ajena e indócil,
apoteósica y libre.
Libre,
como una vela blanca que hinchara
el Mar Caribe.
SALTO AL VACÍO
"...Me llamaréis vagabundo y tahúr, titiritero de la vida, porque
me pongo a saborear de antemano esta muerte..."
De pronto este hilo impreciso se rompe en un determinado segundo; los relojes
están parados, solo el pulso sigue caminando, subrepticiamente. Es necesario
que el pulso sobreviva -valga la expresión- para que tenga tiempo de atar los
cabos inconexos antes de expirar POR ÚLTIMA VEZ y para que tenga la presencia
del minuto que queda; es necesario mantener la calma, indagar, lo más posible, si
valía o no la pena preocuparse por morir. Uno no tiene casi nada; unas monedas
en la bolsa, el usufructo del mundo o la promesa de alguna amante infiel. Y
conservando ésto en el mismo momento que damos vueltas a la llave de la casa, cómoda
y seguramente, imprescriptibles, inalienables, inverosímil... Cómo si tuvieramos
a la inmortalidad por los cabellos con un título cualquiera de propiedad. Y
no és que el poeta tenga plena consistencia en la validez de estas palabras que
corren por su mano, es, sencillamente, que va quedando poco tiempo y los hilos
de la historia no logran establecerse en nudo; él se siente en vilo un momento, para
caer en estrépito en la vulgaridad de los adoquines callejeros; sueña con un
poco de humo -su tabaquera siempre está repleta- y cuando logra despejarse hay
un terco vicio y el fantasma de una historia. Es que nunca hubo nada, simplemente
no había nada en el cajón de los misterios; todo era un juego vano, un puro malabarismo; la
historia, guardada con tanto celo en los anaqueles de las bibliotecas o continuada
vigorosamente por las calles y los campos a cobrado el toque de queda, el minuto
de silencio. Y a la pregunta que inquiere por la solides de los cimientos, todo
se esfuma, porque el ritmo loco del mundo no resiste la mínima duda y porque
uno debe morir sobre la marcha
"Más no es posible, no es posible..." (¡se restauraron los relojes!) El
tiempo retorna toda su aspereza, se frota, como una cerilla, e inflama las
vigilias y los sueños sempiternos, "Más no es posible, no es posible", se
dice, "volvamos a contar..."