PIPILENCA

EXPERIENCIA A OSCURAS

Doy un brinco y despierto.
Veo el reloj:
Las dos y dos minutos.
Todo está a oscuras.

Al ver abrirse una puerta
pongo los pies sobre la tierra.

- "Fue un disparo. Vine a decirte
que vos te quedas con la gente…"

No hay tiempo de replicar.
Todos los hombres armados
de la autodefensa de las masas,
se movilizan en lo oscuro
para enfrentar un enemigo.
¡Un pueblo armado en busca
del infractor de su paz !

Las mujeres, los ancianos y los niños,
callan.
No emiten palabra.
Esperan mi voz de abandonar la zona.

Pasan los minutos…
Más disparos cercanos..
Silencio.
Espero.
( ¡Mierda! :
Esto de esperar cuando se tiene tanta gente…)

Una sombra veloz cruza la noche
y se dirige directo hacia nosotros:
-"Eran cuatro. Querían matar un campesino….
Pero les dimos carrera."

Bendigo en mis adentros al correo.
De regreso a hamacas y petates:
No fue nada.

No hubo necesidad de pagar luces
cuando ni un candil, ni una vela,
fueron encendidos.

Los que no pudimos dormir más,
pensando si los cuatro regresaban
hechos ocho, o más,
nos quedamos velando el sueño ajeno…

¡CIEGOS! LA TÉCNICA ES HUMANA

La historia avanza
en dirección del tiempo
y la humanidad con ella
a paso de cangrejo…
Cuando el hombre era casi animal,
mataba otro casi hombre
con sus manos, con sus dientes,
con sus uñas…
¡Asco brutal! Uno a uno se mataban.
Pero avanzamos.
La humanidad se humaniza.
En tiempo de Cristo
ya solo lapidaban a la gente
o la crucificaban.
(También se mató haciendo artistas.
Se les concedía un papel estelar
en el circo de los leones…)
A mayor desarrollo
menor sufrimiento.
Tiempo después,
en nombre del crucificado,
se pasó a ahorcar, torturar,
decapitar o quemar vivos.
Apareció la pólvora, y con ella,
los fusilamientos…!
Forma noble y humana
de poner fin a una vida humana.
El desarrollo de la ciencia
nos dio la electricidad,
que como todo nuevo y práctico invento
se aplicó a la más antigua necesidad:
creamos la silla eléctrica.
(Para que no haya ofensas
y la química no se sienta despreciada
debo añadir que hubo un rato
que la asfixia y el veneno
tuvieron su aplicación histórica:
La cámara de gases).
Cuando pensábamos que lo habíamos visto todo,
salió al mercado una nuevecita
y siempre reluciente
Industria Nuclear,
que con sus misiles y reactores, es,
hoy por hoy,
la forma más razonable y humana
de poner fin a la vida humana…

RECORDANDO POETAS Y POETISAS

Junto al escritorio
depurando
la suave rima de tus versos afinando
esquivando agotadoras anáforas
inventando sabios retruécanos
preñados de paradiástoles pedagógicas.

Solo estoy con mi pluma
engarzando palabras y sonidos
para ofrecerte un collar onomatopéyico
de expresiones casi guturales
donde tu encuentres mi delirio.

Abusando de digresiones anfibiológicas,
muy caliginoso aquello,
no discierno
la belleza
de tu persona,
de tus escritos.

Abrogar quiero mi verso
pero la libertad
no se abroga.

Abanderado de la prótesis
y portando la metátesis por estandarte
acuso de bárbaro
a quién no acepta barbarismos.

 
 
 
 
 

 

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 

CONOCIENDO HEMBRAS EN FRIOLANDIA

Conocí una chica que creía
que los latinoamericanos,
eran la idea del Play Boy americano:
La exotiquez del Latin Lover.

Creía también en Popeye y la espinaca,
en Superman y la kryptonita,
en la armada americana
como en el tipo de la película
(según ella, la vida es de película).

La invité a mi casa,
le hablé de alienación.
Se rompieron los esquemas
y con ello
también la relación.

 

SOLEDAD: NO ESTAS SOLA

        Soledad padecía de depresiones, y tenía un virus de rata en la sangre que había que tratar toda la vida: Ese era el resultado de haber vivido las cárceles de la guardia y policía nacional salvadoreñas, en la década de los 70's. Eso no la hacía menos mujer, o persona de segunda clase. Yo le tuve secreta admiración y alto respeto. Ella, y su compañero de vida, estaban en recuperación. Igual yo. Aunque lo mío era solo un problema de carne y huesos, que se puede ver, corregir, operar. El de ellos era casi intangible: Ni en la más salvaje fantasía imaginé que un hombre se puede preparar para ser bestia rastrera, torturador de infantes, quiebra almas humanas.
       
-"A nadie le guste que lo vejen, lo torturen, lo denigren, o lo violen."- afirmaba Soledad.
       -
"Y lo peor no es que te torturen o te violen"- me confió un día Soledad - "Si no haber visto tu primer nieto ser torturado; destazada por poquitos la criatura; y no poder hacer nada…. Sus gritos…". Y rompía en llanto.
        No recuerdo exactamente si fue la policía o la secreta, pero agarraron al niño, y lo crucificaron. Soledad contaba llorando como vio chorrear la sangre de sus manitas, cuando las fuerzas del orden lo clavaban en las paredes de la casa donde la agarraron, como forma para hacerle decir lo que desconocía. Con voz trémula relataba lo del alambre fino alrededor de los dedos, del cuello. Y yo escuchaba. Y no es que uno sea sadista y disfrute con el dolor ajeno, sino que entendí, que cuando se lleva una pena muy grande, hay que permitirle al otro desahogarla: solo así es superada.
        La verdad es que fue una cagada de la guerrilla. No porque hayan sido ellos los que torturaron, sino por no haber informado a Soledad del riesgo que corría. En ese tiempo, yo andaba coqueteando con el primer movimiento de masas surgido como reacción al embalse de Cerro Grande, allá por Suchitoto y Aguilares. La guerrilla secuestraba y cobraba impuesto de guerra  (hablamos de la década de los 70). En eso, lograron agarrar a un japonés. Buena pieza el tipo, en cuanto al pago de rescate.
        En un panel Volkswagen, lo trasladaron a una casa del barrio San Jacinto de San Salvador. Una casa discreta, en una colonia de clase media, que no despertaría sospechas.
    Los que tenían en sus manos el operativo, eran de extracción obrera unos, estudiantes universitarios los otros. Soledad fue contactada por la guerrilla ( sin que ella supiese que eran guerrilleros), y le pidieron que por favor les ayudara con la limpieza de una casa: A darle cobertura, se le decía éso.
        En ese entonces, Soledad no se llamaba Soledad. Tenía otro nombre legal que no viene al caso, y andaba para arriba y para abajo en los grupos ecuménicos salidos de las iglesias protestantes. Servicial, confiable y responsable, no se podía pedir mas.
        Cuando llamaron a la puerta, Soledad abrió. Para ella todo aquel diálogo era sin sentido. Era una equivocación, no había dudas. Habían llamado a la puerta equivocada. El sujeto que llamó a la puerta, estaba atento a los ruidos de la casa, queriendo ver lo que había en el interior.
        
"Cuál que una falla de CAESS, o de ANTEL"- pensó Soledad -"Ladrón debe ser este baboso. Ladrón barato". No se equivocó mucho. Le robaron por mucho tiempo la cordura, y por otro aún más, la salud.
        Cuando las fuerzas especiales asaltaron la casa y se dio el tiroteo, no encontraron al japonés. Manchas de sangre decían que habían herido a alguien, pero no se sabía si a los guerrilleros, o al plagiado: Se saltaron el muro del patio trasero, para escaparse por un barranco. La historia del caso la conoce el pueblo salvadoreño. Al japonés lo encontraron muerto ( y no se habló nunca del tipo de bala que le causó la muerte). Otros tuvieron lesiones de otro tipo, no mortales.
        A soledad la fueron a recoger a su casa. No se dio cuenta que la seguían. Y los que la arrestaron, no se dieron cuenta que ella no era guerrillera. Cuando Soledad tuvo consciencia del problema, no habló ni una palabra. -" Si mataron a mi nieto, que era inocente, ninguna promesa me haría creer que saldría con vida"- me contaba. Y su fe. La milagrosa fe de la persona humilde, la mantuvo con vida. Su silencio era garantía para otros, y lo sabía. Y mientras la torturaran porque "a lo mejor sabía algo", podía contar con la vida: por eso no dijo nada. -"No creas que era porque una es muy cachimbona y lo aguanta todo. No, hombre. No. La cosa es que a esos no se les puede creer nada"- remarcaba de vez en cuando.
        Soledad siguió siendo cristiana. Esperando el reino de Dios en la tierra. Sembrado la semilla en buena tierra, y limpiando la cizaña de la vera del camino. A tí, "Soledad", donde sea que te encuentres.

       Tu "Alberto".

   PIPILENCA

Tamen

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