- ODA A CENTROAMÉRICA
-Fragmento-
-
- Centro América duerme
silenciosa e inerme. El sueño del olvido de
los mundos: Sus pueblos son estériles llanuras, Zarzales infecundos. Temerosas
y agrestes espesuras Que hincha de negra savia el egoismo Por esta selva lúgubre
y sombría, Su horrible paso en las tinieblas guía Leñador infernal, el despotismo.
Ved
el cuadro, que aviva En la conciencia pública extenuada El rayo de una lumbre
fugitiva; Ved extender la Historia Su acusador legajo ¿Qué véis? El crimen
coronado arriba. ¿Qué véis? El crimen inconciente, abajo. Los tiranos, la plebe, Todos,
los primidos, los que oprimen, Todo pasa y se mueve En un sudario fúnebre de
nieve Que de gotas de sangre siembra el crimen.
¡Oh, Patria! ¡Oh, Centro
América! Necesitáis con vuestras propias manos Levantar vuestra lápida mortuoria Que
gravita en la tierra como un monte E interrogar después el horizonte Para encontrar
el rumbo de la gloria.
No: no habían pensado Los PRÓCERES augustos, Cuando
hace medio siglo proclamaban Tu santa libertad y tu grandeza En el noble estandarte
desgarrado Ni en el pueblo cobarde y maniatdo Sobre cuya cabeza Su huella
sepulcral dejará un día Como estampa de sangre El pie de la cobarde tiranía
No;
la vehemencia que cual fuego abraza, La indignación terrífica y solemne; La sagrada
iracundia Con la que anatematiza y amenaza La palabra de truenos de Barrundia.
La
calma pensativa Con que en la soledad de la noche cuando alzan los espíritus
el vuelo Y los perfumes suéltanse del broche Y el pensamiento se encamina al
cielo; Cuando tiende profunda sobre el orbe La sombra, como trémulo palacio su
triste inmensidad de terciopelo; Cuando, ¡oh natura!, tu suspiro exhalas Y los
ámbitos cruzan del espacio Misteriosos enjambres De almas errantes de impalpables
alas; La calma pensativa, inmensa lucha, Del genio soberano, Con que el
gran Valle en el silencio escucha Misterioso y profundo. Inclinado a las simas
de la ciencia; Cual forja el porvenir, la Providencia, Para este corazón del
Nuevo Mundo;
La fuerza poderosa con que escruta El espíritu inmenso de Delgado Del
corazón la misteriosa ruta, Cuando extiende la diestra Sobre el pueblo a sus
pies arrodillado Que espera sus palabras para erguirse Y lanzarse al fragor
de la palestra.;
:a espada, luminosa cual Idea Con que Francisco Morazán,
sondea Donde su rayo el patriotismo fragua, Para escalar las escarpadas cumbres En
que el laurel florece de la gloria Y llevar por la mano a la victoria El furor
a las bravas muchedumbres; Las épicas y ardientes aventuras, Con que un día el
coloso, Gloria de El Salvador, hijo de Honduras, Padre de Centro América glorioso; Ensordeció
los ámbitos del Istmo, Surgiendo, como un león, con la bandera Del derecho, trasunto
de Mavorte; Con sus huestes ardientes y bravías, Luminosa cohorte, Detrás
de esas azules serranías En que flotan las nieblas, hacia el norte; El que sembró
llanuras y montañas Con victorias y hazañas, Dando asunto a las rústicas familias Para
animar de noche sus vigilias Con el nombre del héroe en las cabañas;
Toda
esa fulgurante llamarada Que cual gloriosa bruma Está flotando, oh Patria, en
tu memoria, Los héroes de los triunfos de la espada, Los héroes del triunfo de
la pluma, Que han tejido de triunfos nuestra historia; Obra providencial, santo
legado, ¡Oh! no eran para un pueblo esclavizado Sobre cuya cabeza Su huella
sepulcral dejará un día Estampada con sangre El pie de la cobarde tiranía.
¡Oh,
centroamericanos, Despertad ya de la tremenda calma! Y en vez del negro y gélido
vacío Que lleváis del pecho, Poned en él un corazón y un alma Formados por la
audacia y el derecho. ¡Oh, centroamericanos! No acabará la esclavitud si pronto No
os tomáis de las manos Ni avanzáis en unión estrecha y fuerte, Poniendo un sólo
pecho como hermanos; A ver si hiere a un pueblo de esa suerte El destino que
forja los tiranos O si ellos en la empresa hallan la muerte Sí, un pueblo yace
en el tremendo sueño Del baldón y el olvido En que se hunden lo oscuro y lo pequeño, Cuando
el ánimo pobre y abatido Vive esperando con vigor escaso, Que le trae un camino El
ademán de loco del destino O la brújula imbécil del acaso.
|
|
- A SAN MIGUEL
- No que el Señor Luis de Moscoso
En San Miguel de la Frontera, Entre los
pueblos cave un foso, Y haga sólo, del nuevo tan afanoso, Gente guerrera.
Ha ido rescripto real por todo Lugar hasta ambos virreinatos, Para
que los Mestra den modo De que el ganado de sus hatos Venga a romper todo mal
ocio, Al intercambio y al negocio A San Miguel de la Frontera.
Plazuelas,
calles, solas antes, Todo lo llenan los feriantes, Y todo atrae sus miradas: En
sus jaulas doradas.
Los colorines; Desde un jardín de cal y canto, Sobre
la parra de jazmines, Raucisono da su canto, El pavo real que la esponjada Cauda,
a la luz, como áureos tules-, Abre, flabel de los azules Ojos de Argos constelada.
Todo
lo ven los forasteros. Llenan los patios y apeaderos Los añileros, Los especieros, Los
ganaderos, Y los mineros, Y en medio al corro ganancieros, Los marimberos.
Un
remanso, de gentes en la corriente Han hecho los maceros que llevan banderolas: -!El
Alcalde Mayor y la Alcaldesa! Ella contrata con los frailes bulas;
Ella
contrata Cristos de yeso y pitos de Esquipulas Y paga con monedas españolas y
con tejos de plata.
El habla gentilhombre con los guayaquileños, Los chipanecos, Los
quetzaltecos, Y oaxaqueños. Y encomian los señores la fiesta proque vino Un
filipino, Y un rico ameca De Ameca-Ameca.
Causan otros remansos como
extienden las manos, O pidiendo limosnas o vendiendo rosarios, Los franciscanos, Dominicanos Y
mercenarios.
La plazuela del teatro en aquél tiempo era Liza y empalizada
para desafiados; Vienen a combatirse desde tierras lejanas Los bisoños y zurdos
con sables de madera; Los hidalgos y avezada Con espadas toledanas.
No
es lo de menos de la fiesta El tiangue, en el momento En que le prestan lucimiento Bien
los señores de la Mesta, O el hacendado henequenero, Cochinillero, o añilero... Llegan
a ver éstos y otros, Y hacen en fin cosa de risa, Cómo en la plaza, cuatro potros
Descuartizaban
al cuatrero Ladrón Ceniza.
Antes los perdidosos y malos negociantes Al
volver a su tierra, viendo el arcángel fiel, Que abría sobre el templo sus alas
rutilantes, esde un alto recodo del camino, decía, antes: De San Miguel, Sólo
El.
Ahora, al sol temprano quer las techumbres dora, Cuando los ojos yertos
vuelve al arcángel fiel, Del pórtico del templo que derribara otrora El rayo
-el feriante maltrecho, dice ahora: -De San Miguel Ni Él.
Que pase breve
tiempo y al lado de su esposa, Tendrá él mismo un recuerdo dulce, sereno y tierno, Al
oír por la tarde bajo el dintel paterno; A sus hijos que exaltan a la ciudad famosa: Sexta,
mayesta, Martín de la Cuesta, Dijo mi padre Que pícara en ésta: -A comer
pan con miel A la puerta de San Miguel!!
|