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- Entonces
miré a mi alrededor y vi varios esqueletos que me miraban sonrientes como si se
burlaran de mí. Yo estaba muy asustado, y en ese instante, -recordando un
consejo de mi madre- me persigné y desaparecieron de inmediato. Yo quería salir
del lugar, pero debía cumplir mi promesa hecha a ustedes para ser el más
valiente de la patota y seguí explorando aquel pasillo largo y oscuro donde me
encontraba. Caminé hacia el lado oeste que da hacia el malecón y en ese momento
un olor nauseabundo y fétido penetró en el lugar, casi me asfixio por eso grite
tan fuerte como pude. Otra vez quise irme hacia la calle, pero mi terquedad
hecha valentía me impulsaba a seguir y al hacerlo sentí una extraña presencia
detrás de mí, yo no sabía que era pero la sentía pues cuando yo caminaba ella
también lo hacía, yo paraba y ella de igual forma.
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