Este amororso tormento que en mi corazón se ve sé que lo siento, y no sé la
causa porque lo siento.
Siento una grave agonía por lograr un devaneo, que
empieza como deseo y para en melancolía.
Y cuan con más terneza mi infeliz
estado lloro, sé que estoy triste e ignoro la causa de mi tristeza.
Siento
un anhelo tirano por la ocasión a que aspiro, y cuando cerca lo miro yo mismo
aparto la mano.
porque, si acaso se ofrece, después de tando desvelo, la
desazona el recelo o el susto la desvanece.
Y si alguna sin susto consigo
tal posesión, que cualquier leve ocasión me malogra todo el gusto,
Siento
mal del mismo bien con receloso temor, y me obliga el mismo amor tal vez
a mostrar desdén.
Cualquier leve ocasión labra en mi pecho, de manera, que
el que imposibles venciera se irrita de una palabra.
Con poca causa ofendida, suelo,
en mitad de mi amor, negar un leve favor a quien le diera la vida.
Ya
sufrida, ya irritada, con contrarias penas lucho, que por él sufriré mucho y
con él sufriré nada.
No sé en que lógica cabe el que tal cuestión se pruebe, que
por él lo grave es leve, y con él lo leve es grave.
Sin bastantes fundamentos forman
mis tristes cuidados, de conceptos engañados, un monte de sentimientos;
y
en aquel fiero conjunto hallo, cuando se derriba, que aquella máquina altiva sólo
estribaba en un punto.
Tal vez el dolor me engaña y presumo, sin razón, que
no habrá satisfacción que pueda templar mi saña;
|
|
y cuando a averiguar llego el
agravio porque riño, es como espanto de niño que para en burlas y juego.
Y
aunque el desengaño toco, con la misma pena lucho, de ver que padezco mucho padeciendo
por tan poco.
A vengarse se abalanza tal vez el alma ofendida; y después
arrepentida, toma de mí otra venganza.
Y si al desdén satisfago, es con
tan ambiguo error, que yo pienso que es rigor y se remata en halago.
Hasta
el labio desatento suele, equívoco, tal vez, por usar de la altivez encontrar
el rendimiento.
Cuando por soñada culpa con más enojo me incito, yo le
acrimino el delito y le busco la disculpa.
No huyo el mal ni busco el bien, porque,
en mi confuso error, ni me asegura el amor ni me despecha el desdén.
En
mi ciego devaneo, bien hallada contra mi engaño, solicito el desengaño y no
encontrarlo deseo.
Si alguno mis quejas oye, más a decirlas me obliga porque
me las contradiga, que no porque las apoye.
Porque si con la pasión algo
contra mi amor digo, es mi mayor enemigo quien me concede la razón.
Y
si acaso en mi provecho hallo la razón propicia, me embaraza la justicia y
ando cediendo el derecho.
nunca hallo gusto cumplido, porque, entre alivio
y dolor, hallo culpa en el amor y disculpa en el olvido.
estro de mi
pena dura es algo del dolor fiero; y mucho más no refiero porque pasa de
locura.
Si acaso me contradigo en este confuso error, aquél que tuviere
amor entenderá lo que digo.
|