LA DECIMA MUSA

SOR JUANA INÉZ DE LA CRUZ
1651-1695

        Nació en la ciudad de San Miguel, Nepantla y su verdadero nombre era Juana Inés Ramírez de Asbaje. Fue autodidacta y su poesía ingeniosa, elocuente y original la convirtió en destacada figura durante la época colonial. En su adolescencia, fue dama de compañía en la corte del virrey de Nueva España. En 1667 abandonó la corte y entró en un convento carmelita, lo que dio inicio al rumor que el motivo fue un amor frustrado.
        Pero también la época no daba oportunidad para una mujer que tratara el intento de una vida intelectual. La vida mística le dio oportunidad de desplegar su talento literario y mantuvo contacto con los grandes poetas de la época escribiendo una obra poética que le valió el apodo de Décima Musa.
        Entre sus obras están: Inundación Castálida (1689); Segundo volumen de las obras de las obras de Sor Juana Inées de la Cruz (1692) y Famas y obras póstumas de fénix de México y décima musa (1700)

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ESTE AMOROSO TORMENTO

Este amororso tormento
que en mi corazón se ve
sé que lo siento, y no sé
la causa porque lo siento.

Siento una grave agonía
por lograr un devaneo,
que empieza como deseo
y para en melancolía.

Y cuan con más terneza
mi infeliz estado lloro,
sé que estoy triste e ignoro
la causa de mi tristeza.

Siento un anhelo tirano
por la ocasión a que aspiro,
y cuando cerca lo miro
yo mismo aparto la mano.

porque, si acaso se ofrece,
después de tando desvelo,
la desazona el recelo
o el susto la desvanece.

Y si alguna sin susto
consigo tal posesión,
que cualquier leve ocasión
me malogra todo el gusto,

Siento mal del mismo bien
con receloso temor,
y me obliga el mismo amor
tal vez a mostrar desdén.

Cualquier leve ocasión labra
en mi pecho, de manera,
que el que imposibles venciera
se irrita de una palabra.

Con poca causa ofendida,
suelo, en mitad de mi amor,
negar un leve favor
a quien le diera la vida.

Ya sufrida, ya irritada,
con contrarias penas lucho,
que por él sufriré mucho
y con él sufriré nada.

No sé en que lógica cabe
el que tal cuestión se pruebe,
que por él lo grave es leve,
y con él lo leve es grave.

Sin bastantes fundamentos
forman mis tristes cuidados,
de conceptos engañados,
un monte de sentimientos;

y en aquel fiero conjunto
hallo, cuando se derriba,
que aquella máquina altiva
sólo estribaba en un punto.

Tal vez el dolor me engaña
y presumo, sin razón,
que no habrá satisfacción
que pueda templar mi saña;

 

 

 

 

 

 

 

 

y cuando a averiguar llego
el agravio porque riño,
es como espanto de niño
que para en burlas y juego.

Y aunque el desengaño toco,
con la misma pena lucho,
de ver que padezco mucho
padeciendo por tan poco.

A vengarse se abalanza
tal vez el alma ofendida;
y después arrepentida,
toma de mí otra venganza.

Y si al desdén satisfago,
es con tan ambiguo error,
que yo pienso que es rigor
y se remata en halago.

Hasta el labio desatento
suele, equívoco, tal vez,
por usar de la altivez
encontrar el rendimiento.

Cuando por soñada culpa
con más enojo me incito,
yo le acrimino el delito
y le busco la disculpa.

No huyo el mal ni busco el bien,
porque, en mi confuso error,
ni me asegura el amor
ni me despecha el desdén.

En mi ciego devaneo,
bien hallada contra mi engaño,
solicito el desengaño
y no encontrarlo deseo.

Si alguno mis quejas oye,
más a decirlas me obliga
porque me las contradiga,
que no porque las apoye.

Porque si con la pasión
algo contra mi amor digo,
es mi mayor enemigo
quien me concede la razón.

Y si acaso en mi provecho
hallo la razón propicia,
me embaraza la justicia
y ando cediendo el derecho.

nunca hallo gusto cumplido,
porque, entre alivio y dolor,
hallo culpa en el amor
y disculpa en el olvido.

estro de mi pena dura
es algo del dolor fiero;
y mucho más no refiero
porque pasa de locura.

Si acaso me contradigo
en este confuso error,
aquél que tuviere amor
entenderá lo que digo.

SONETO

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y en tus acciones veía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseada.

Y amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía;
pues entre el llanto que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.

Baste ya de rigores, mi bien, baste,
no te atormenten más, celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste

con sombras necias, con indicios vanos:
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.

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REDONDILLAS

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sos la ocasión
de lo mismo que culpáis.

Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿Porqué queréis que obren bien
si la incitáis al mal?

Cambatís la resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
el niño que pone el coco,
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

Con el favor y desdén
tenéis condición igual,
quejandoos si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Siempre tan necios andáis,
que con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a la otra por fácil culpáis.

 

 

 

 

 

¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?

Mas entre el enfado y pena
que vuestro gusto prefiere,
bien halla lo que no os quiere
y quejaos enhorabuena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas
y después de hacerlas malas
las queres hallar muy buenas.

¿Cual mayor culpa ha tenido
en una pasión errada,
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cual es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?

¿Pues para que os espantáis
de la culpa que tenéis?
queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis?

Dejad de solicitar,
y después con más razón,
acusaréis la aficción,
de la que os fuere a rogar.

Bien, con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia:
pues en promesa e instancia,
juntáis diablo, carne y mundo.

Tamen

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