EL MONSIOUR

EL MITO DEL TIGRE

            CAPÍTULO X

        Hermano Chepito:

       Aquí, está El Tigre...
       
        ¡El nicho quedó bien chivo!, una tarde me invitó El Tigre a ir a verlo y camino al cementerio, alcanzamos a la Chayo Rivas (“La Catracha”, ¿te acordás?) quién nos contó que regresaba de la farmacia de comprar unas bolsitas de “Putnam” (colorante muy conocido en esa época), para teñirla falda que se iba a poner para el desfile del 15 de Septiembre, es que, ya ni se le vé el color fíjense...-nos confió- así, le vuelvo a dar vida ¡y ya van a ver como se va a ver!, bueno, ¿y ustedes para adónde van, pues? (nos preguntó), El Tigre, quién nunca perdía una oportunidad, le respondió; “¡a buscarte a vos, ibamos ombe!” y ella, ante mi total sorpresa, respondió: “No jodás vos Cab.....allo de Troya, a mí no me andés buscando, ni jodiendo, es más, ni me volteés a ver, ¿que no vés que a mí, vos me caes muy ¡¡¡MAL!!!?”, El Tigre...ni se inmutó, únicamente le dijo: “¡Entonces...jodete!”, vámonos Monsiour -me ordenó- el muy Cab...allero andante. Llegamos al camposanto y ante la tumba de su mamá, El Tigre, sollozaba tranquilo, calmado y las lágrimas que de sus ojos brotaban, reflejaban con la luz del sol de las tardes guanacas, unos destellos que a mí, me parecían de esperanza, de optimismo. Pude alcanzar a oír que (por más que mi hermano, pretendía “camuflajear” sus palabras, en sus “pláticas” con su mamá), El Tigrito, mencionaba mi nombre (¡o apodo, pues!), noté además que, desde esa tarde, El Tigre empezó a confiarme todo sobre su persona, más aún, a partir de ese momento, me pedía mi opinión (y la respetaba) en todo. Ante la amenaza de tormenta, dispusimos regresar al pueblo, para allá ibamos cuando se nos ocurrió pasar adónde “El Bochito”, para visitarle y también para ver si nos regalaba uno de aquellos ricos panes “francés” que su papá y sus hermanos más grandes horneaban, ¿te acordás Chepito? Fijate que de la fiesta, nos quedaron ¡casi mil colones!, una mañana, llegó la niña Luz (profesora del sexto grado) a preguntarnos ¿adónde queríamos ir?, algunos decían que a Ichanmichen o a El Majahual, otros sugerían que a Los Ausoles de Ahuachapán y a las ruinas del Tazumal, algunos (incluyéndome a mí) proponíamos el hotel de montaña en El Cerro Verde y subir a la cima del volcán de Izalco; Paco “Suerte”, salió -para variar- con que, ¡fuéramos al McDonalds que estába allá por el monumento al Salvador del Mundo, en San Salvador y que después podíamos ir a la Escalón a ver las grandes mansiones de los ricos!, después de unos minutos de deliberación, se decidió que; si lograbamos conseguir permiso de nuestros papás, saldríamos un día viernes en la mañana, rumbo a las ruinas del Tazumal, almorzaríamos de la mejor yuca con chicharrón de todo El Salvador en Chalchuapa, por la tarde partiríamos hacia los auzoles de Ahuachapán, pasando por Atiquizaya y Turín.
        Nos regresaríamos por la ruta hacia Sonsonate, pasando por los poblados de Apaneca, Ataco, Juayúa, Nahuizalco, es decir, toda la zona cafetalera del occidente del país hasta llegar -justo al atardecer- al hotel de montaña del Cerro Verde adonde, cenaríamos y dormiríamos; al día siguiente subiríamos el volcán de Izalco, regresaríamos a cenar y dormir al hotel al atardecer y que, el siguiente día iríamos al Lago de Coatepeque, en la mañana, para irnos a almorzar a Atecozol, adonde terminaríamos nuestra “gira” en la tarde de ese que sería ya el día domingo. ¡Uta papa!, todos estábamos bien entusiasmados y “rogábamos” que nos dieran permiso a todos, por que, la condición que nos puso la niña Lety fue bien clara: “Este viaje es el resultado de el esfuerzo de todos y deberá ser para todos, asiesque, si a uno sólo de ustedes no le dán permiso, eso será suficiente ¡¡¡para no ir nadie!!!”; a varios (que creíamos seguro el permiso) nos parecía injusto que sólo porque a unos no los dejaban ir, que a los demás nos jodieran pero, ante la constante preguntadera que teníamos con la niña Lety, ella no tuvo más alternativa que confiarnos: “Miren niños, ésto que a ustedes les parece injusto ahora, les parecerá justo y tremendamente humano mas adelante, piensen que todos los momentos que han pasado juntos durante este año y los años pasados, cuando estén grandes, se verán reflejados en una sola imágen... la de este viaje. Y cuando tengan la madurez y conciencia de solidaridad necesaria, comprenderán que así y sólo así, ¡¡¡se logran las cosas que denotan la grandeza de un país!!!”,¡púchica papa!, ese discurso que creímos hasta inútil en ese mañana septembrina, con el correr de los años, enmarcaría -en algunos de nosotros- un tipo de conducta a la que nos abrazaríamos concientes de saber y confiar ciegamente en él, para querer hacer de la nuestra una sociedad mejor.
        En un gesto muy bello y espontáneo, El Tigre, sin tener a nadie a quién pedirle permiso y sabiéndo que él era talvés el único que tenía asegurado el viaje, se le acercó, con un pedazo de papel manila conteniendo un cinco de rocicler, a mi abuelito (quién adoraba esto), contándole sobre nuestra actividad y ¡¡¡pidiéndole permiso para ir!!!, mi abuelito, obviamente conmovido por aquel, le tocó la cabecita -deshaciéndole el peinado tipo pato bravo- y despacio le respondió... “Mira Tigrito, por supuesto que te doy permiso, sólo que, si vas a ir vos, también tiene que ir El Monsiour, ¿¿¿que decís???”. Ya estaba arreglado nuestro problema, ahora, a ver quien aún no estaba claro, eso lo veríamos el día siguiente en la escuela. Cabal, al llegar el otro día, resultó que casi todos teníamos permiso pero, había alguno que otro por ahí que, debido a que su papá no estaba o por que, tenían que ayudarle a su mamá en la venta de ..... alguna cosa, para subsistir, aún no tenían nada cierto; Paco “Suerte” sugirió que, lleváramos a cabo una reunión de todos los padres de familia para explicarles nuestro plan, Milo “Chirajito” interceptó, diciendo que no era necesaria “otra” reunión más por que la mayoría de los padres de familia, ya nos habían dado permiso y que eran, unicamente 3 ó 4 compañeros los que tenían dificultad, mejor deberíamos ir unos de nosotros a platicar y convencer a esos papás, ¿verdad? (preguntó Milo), casi todos respondimos que eso era mejor y que lo haríamos así esa misma tarde, ¡esperen! nos dijo la niña Lety, déjenme pensar sobre ésto y mañana hasta yo podría ir con ustedes, ¿están de acuerdo?
        Al llegarse el día siguiente, la niña Lety nos dijo que esa misma tarde iríamos a platicar con los padres de familia. Uno de los compañeros que no tenían permiso era Arturo Rivera, su papá quién era un señor muy enojado, decía que no le daba permiso y ¡punto!, después de varios intentos y pláticas, finalmente accedió -con la condición que - ¡¡¡ vaya también la Adela!!!, la niña Lety, no tuvo más alternativa que aceptar y -además sugerió- que el que lo deseara podía llevar a un miembro de la familia también. Cuando El Tigre supo de ésto, saltaba de la alegría. El día del viaje, llegaron dos camionetas color amarillo que tenían un letrero que decía: “Escuela Americana”, salimos temprano como a eso de las 6 de la mañana y a las 8, ya estábamos comiéndonos unos sandwiches de frijol, queso y huevo, que algunas mamás nos habían preparado. La acción empezó -para El Tigre-, allá en la cima del Cerro Verde, es que (según me contó después en el hotel), esa noche se había “declarado” por primera vez en su vida y que, la Adelita (como le empezó a llamar desde esa noche), le había respondido que ¡SI!, uta Monsiour, vieras como ahora si ¡¡¡me
temblaban las patas!!!, pero, lo bueno es que, ya es mi “cipota”.Al llegarse el domingo por la tarde, y con el cansancio del viaje, no supimos apreciar realmente lo “realizado” en esa ocasión, deberían de pasar los años para darnos cuenta (a través de los recuerdos y añoranzas) de la magnitud de esos momentos que jamás volverían y que sin embargo, enmarcarían una etapa trascendental en nuestras vidas, mas aún en la del Tigre.
       El año escolar llegó a su fín, la niña Lety, al despedirse de nosotros, nos prometió que nos visitaría de vez en cuando, además -nos dijo- yo no me voy a morir todavía, ni me voy a otro país lejano, estaré bien cerca y si alguno de ustedes necesita verme, ya saben adonde encontrarme, creo que le creímos o no sé, si por la inquietud y ganas de gozar de las vacaciones, no le dimos la importanciadebida a su “partida”. Durante las fiestas de mi pueblo, El Tigre y su “amada”, ni me volteaban a ver, es que andaban muy acarameladitos montándose en la “chicago rock”, o en la “voladora gigante” o en el “pulpo” o en “la ola” y amontonándose a cada rato en cualquier lugar inimaginable, sin duda esa era la fiesta más divertida y alegre que mi amigo había disfrutado en su larga vida de ¡¡¡12 años!!! Al acercarse la navidad, El Tigre y la Adelita, buscaban la manera para verse sin que se enterara el papá de ella, así, lograron que la Vilma, la hermana de Chepe “botella” (quienes vivían en el mesón pegado a la casa del papá de la Adelita), dejara que El Tigre entrara a su cuarto y después salía ella a invitar a Adela a platicar, justo ahí, los dejaba solos y ¡a gusto!, eso lo hicieron por algunas semanas pero, la chismosa de la Tila “Cachibaches”, por tal de que le fiaran en la tienda, le fué con el cuanto al papá de la Adela quien, ¡le dió una buena “marimbiada” a la pobre y le prohibió que saliera más! ah, gritó -mirando a Arturo- y decile a ese hijuelachindorraconmazamorrasdepatasdevacacagona del Tigre, que no lo quiero ver rondando por aquí por que, lo voy a dar una “¡ver.....dadera lección que hasta los chuchos van aullar del miedo!” Mi pobre amigo, al no poder contener las ganas de ver a su adorada, se acercaba a la esquina de la casa y desde la distancia, yo fuí testigo como se sentía feliz y complacido al ver el brazo de la Adelita que en lo oscuro de la noche y a la distancia, lo sacaba por la ventana, para saludarle y -de seguro- ¿para mandarle todo su amor al Tigre?
        La Navidad llegó (y debido a la niñez que aún reinaba dentro de mi amigo, quien quizás todavía esperaba el ansiado regalo del mentado santa claus) , después de la cena, en la noche buena, El Tigrito dijo que se iba a acostar y se fué, lo ví caminando entre los cohetillos y luces que pretendían alegrar las almas y espíritus de nosotros los seres más tristes del mundo (como nos describe Dalton), en esa noche de paz, noche de amor,.....¿adonde?...La noche de año nuevo, El Tigre no pudo más y justo después de las doce, sólo les dió un abrazo a mis abuelos, tíos, primos y hermanos, y, me pidió que le acompañara; ¿Adonde vas? -le pregunté- ¡Vos ya sabes adonde! -contestó-, ..... ¡a ver a la Adelita! Uta Tigre pero, ¿y si te vé el papá? A mí me vale ya todo (me contestó) y emprendió el camino, le seguí pero, mi tío Carlos me alcanzó a detener obligándome a regresar a la casa.
       No supe más esa noche hasta que, como a eso de las 9 de la mañana, sentí que ¡me estaban “samangueando” el cuerpo!, era El Tigre quien muy conmocionado y asustado empezó a contarme que el papá de la Adelita, al verlo pasar por el andén de la casa, se metió a sacar una pistola y que ¡¡¡le había disparado!!!, ¡Uta Tigre!, ¡yo no te creo man!, ¡si papá! -respondió aquel- ¡de plano que es cierto!, ¡si yo oí como pasaron los balazos zumbándome los oídos!, No te creás Tigre, ¡han de haber sido cohetes buscanihuas hombre!, El Tigre trató de convencerme y aunque no le creí en ese momento, después con el correr de los días, supe que efectivamente, “envalentonado” por los tragos de “Smirnoff” el viejo baboso ese, ¡casi mata al pobre de mi amigo! Ya veremos que más pasó.....
       Salú Chepito, ya me tengo que ir es que fijate que mañana, nos vamos de vacaciones por unos días, con mi familia, y todavía me falta que arreglar unos bolados, ahí seguimos cuando regrese, ¿oyiste?

El Monsiour

Tamen

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