GUILLERMO
SCHLESINGER
SI
ASÍ LO HICIERÉIS, QUE LA PATRIA OS LO PREMIE
- El Choquito
terminó su bebida echando la cabeza un poco hacia atrás y depositó el vaso con fuerza
sobre la barra haciendo bolas los hielos.
- -Servínos otra tanda Juanito, dijo
satisfecho, y ya no nos des maní que no somos gallinas, decíles a las haraganas
de las cocineras que nos preparen un buen plato de boquitas calientes.
- El examen
de Inspección Criminal había terminado dos horas antes y Jorge y el Sueco se
encontraban platicando tranquilamente en la entrada principal del edificio de
la Facultad de Derecho, siempre sonriendo.
- -¿Cómo les fue muchá?-dijo a manera de saludo.
- -Regularón-dijo el Sueco.
- -Bueno, eso amerita que lo
celebremos-añadió sonriendo más aun.
- En ese instante hizo su aparición Rodrigo,
quien no estudiaba Derecho pero gozaba de un olfato privilegiado para detectar
cualquier celebración académica.
- -¿Qué están planeando?
-preguntó con sonrisa maliciosa, mientras
terminaba de subir las gradas-. Hoy tuvieron examen y además es viernecito.
- -¿En qué andan ustedes?-preguntó el
Choquito.
- -Cada quién en su nave-dijo Jorge.
- -OK, entonces síganme; vos Rodrigo si
querés venite conmigo.
- Rodrigo
dudó por un segundo pues ya sabía que el Choquito manejaba para el infarto,
pero accedió.
- -¿Adonde vamos?-dijo Jorge un poco
reticente.
- -Al Rancho.
- -Choco, allí es muy caro, dijo el Sueco,
vamos mejor por aquí cerca, a Las Vegas o al Mar y Tierra.
- -No jodan, dijo el Choquito, yo ando pisto,
yo invito-dando todos por cerrada la discusión.
- Los cuatro
se habían instalado en cómodos taburetes giratorios en un extremo de la larga
barra y estaban disfrutando plenamente de los primeros tragos y de la plática,
tres de ellos acababan de aprobar un examen, y para los cuatro era el atardecer
de un día viernes que se pintaba muy prometedor.
- “Es el profesor más cagóla como Fabiola que hemos tenido…” estaba
diciendo el Sueco, cuando hizo su ingreso a su establecimiento un nuevo
parroquiano que todos reconocieron en el acto. Tenía un poco más de cuarenta
años, era moreno y fornido, llevaba un bigote bien angosto bien recortado y
lucía en la frente espaciosa, generosas entradas. A todos les pareció más joven
de cómo se veía en los periódicos.
- -¡Buenas!-dijo con voz fuerte y con un tono
que denotaba absoluta confianza en si mismo.
- -Buenas tardes-contestaron a coro los
cuatro.
- -Buenas jóvenes-dijo también un hombre de
cabellos blancos que acompañaba al recién llegado y que es ese momento se
colocaba a su lado, en el extremo opuesto a la barra y le ponía una mano en el
hombro con familiaridad.
- -Buenas-contestaron de nuevo los cuatro,
reconociéndolo también en el acto, ya que había sido entrenador de la selección
nacional de básquet ball.
- El de
bigotillo dio muestras de querer tomar rápidamente control de la situación.
- -Vamos a ver maestro-dijo en el mismo tono
de voz dirigiéndose al bartender, quien había permanecido en posición de firmes
desde que lo vio entrar-, sírvales aquí a los muchachos una ronda de lo que
están tomando, por mi cuenta.
- -Inmediatamente señor, con todo gusto-dijo
el bartender, y tomando de una repisa de vidrio la botella de Jonnhy Walker
Cinta Negra se aprestó a servir las bebidas a los estudiantes.
- -¡Hey!-exclamó el fornido-¿por qué les vas
a servir Cinta Negra a los cipotes?
- -Es lo que están tomando señor-contestó un
poco embarazado el bartender.
- -¡Puta!-continuó el fornido-, que finos se
han vuelto los cipotes de ahora. Cuando yo tenía la edad de ustedes-dijo
dirigiéndose directamente los cuatro-, solo tomaba Espíritu de Caña, el whisky
lo vine a probar ya de viejo.
- Juanito, el bartender, había permanecido con
la botella en la mano observando la escena, tenia el brazo suspendido en el
aire, ligeramente levantado y en una amplísima frente de sesenta años de edad,
bordeada de frágiles cabellos blancos, habían comenzado a surgir minúsculas e
impertinentes gotas de sudor.
- -Terminá de servirnos los tragos Juan-dijo
el Choquito con tranquilidad pero con firmeza-, y averiguá qué pasó con el plato
de bocas que pedimos-y luego giró su taburete para continuar la conversación
con sus amigos, dando la espalda al del bigotillo.
- -¡Hey, hey, exclamó el fornido que no iba a
abandonar el asunto tan fácilmente-, ya dije que no estoy invitando a ningún whisky.
- ¡Terminá de servir los tragos de una vez
Juanito, por la puta!-dijo el Choquito con impaciencia al bartender, que estaba
ya hecho un manojo de nervios-. Y luego dirigiéndose al fornido de bigotillo:
- -Aquí hemos estado nosotros tranquilos,
echándonos un traguito sin joder a nadie. Hasta que vino usted haciendo la gran
bulla, invitando tragos que nadie le estaba pidiendo. ¿Para qué se mete a andar
haciendo invitaciones si después se agueva cuando ve lo que uno se está
chupando?
- -Hey Choco-dijo tímidamente Jorge.
- -¡Bueno cabrón!-dijo el del bigotillo
visiblemente molesto-¿qué no sabés con quién estás hablando, no sabés quién soy
yo? ¿vamos a ver pendejo malcriado, como te llamás?
- El Choquito dijo su nombre en voz alta,
pronunciando despacio cada letra.
- -¡Ja! Tenés el mismo nombre, has de ser
hijo del viejo cabrón ese de…
- -Un momento-lo interrumpió el Choquito-, a
mi me puede decir lo que se le de su gana, pero a mi tata lo va a respetar-
- -Que respetar ni que babosadas-dijo el fornido.
- -Ahora se hace el muy fuerte-replicó el
Choquito-, pero cuando mi tata lo mantuvo en Guatemala no decía nada…
- -Hey Choco-dijo el Sueco poniéndole una
mano en el hombro, pero el Choquito estaba encendido y ya no escuchaba nada.
Rodrigo comenzaba a considerar seriamente la posibilidad de una súbita retirada
estratégica, y sin excesivas sutilezas inspeccionaba con recelo el terreno
girando el cuello en todas direcciones.
- -…que cree que no se que cuando estuvieron
exiliados en Guatemala le pasaba plata para que comiera-continuó el Choquito-,
pa que no se fueran a morir de hambre, a usted y a otra bola de desgraciados,
yo he visto las listas, ¿Qué ya se le olvidó o ya no quiere acordarse de eso?
- -Bueno cabroncito malcriado, ya te voy a
enseñar a…-Bueno viejo hijuetresputas, ¿y a cuenta de
qué tengo que aguantar tus babosadas?
- -dijo el Choquito completamente furioso
ya, y con un movimiento relampagueante como en las películas de caballitos, se
hizo a un lado el saco y desenfundó una escuadra 45 con la que encañonó al del
bigotillo.
- -Te me vas a la mierda de aquí, ¡pero
ya!-le gritó.
- El fornido del bigotillo abrió la boca y
pareció que las pepitas de los ojos querían salírsele de las órbitas por la
incredulidad de que a él le estuviera pasando eso. Se puso morado y comenzó a
tocarse la cintura por todos lados.
- -¡Mi pistola!- gritaba furibundo-.¿donde
dejé mi pistola?. ¡Fito, Fito!-decía con tono desgarrador-¿donde dejé la
mecha?-. En ese momento intervino el ex entrenador de cabellos blancos,
tratando de calmar al fornido de frente amplia y grandes entradas. Intentaba
sujetarlo de los hombros y de sus brazos, calmarlo de algún modo.
- No les
hagás caso-le decía-, son cipotes locos, no te conviene, te vas a comprometer.
Vámonos a otra parte, vamos a jodes a otro lado-y dirigiéndose a los cuatro:
- -¿Y ustedes que esperan?, váyanse, váyanse
a la mierda rápido y llévense ese loco…
- -Mi mecha
-gemía todavía el del
bigotillo-¿Dónde la dejé Fito?, decíme que se hizo mi cuete…actitud insólita con
la que revelaba el hondo impacto que la súbita reacción del Choquito con la 45,
le había causado en el de melón melón melón.
- -¡Váyanse muchachos, váyanse rápido por
favor-decía Juanito el bartender con voz tembeleque-. Otro día vienen a pagar
pero váyanse ya-suplicaba con la botella de Jonnhy Walker, que había sido la
culpable de todo el lío, agarraba aún fuertemente con su vieja y segura mano
desengomadora de bolos. Ahora lamentablemente toda temblorosa.
- Finalmente los amigos del Choquito, que habían
permanecido petrificados desde la aparición en escena de la 45, reaccionaron y
comenzaron a llevárselo a empujones y jalones hacia el estacionamiento del
local, y cuando estuvieron fuera corrieron hacia los autos.
- -Esperate
-gritaba el Choquito, vamos a
joder a otra parte, no sean cachorros. Todavía está temprano…-insistía,
mientras los vehículos de sus amigos arrancaban y se perdían de prisa en la
noche, apenas unos momentos antes, tan prometedora.
- Noche,
nochecita linda que después de haber esperado pacientemente su turno, durante
millones y millones de años, apenas comenzaba a debutar ese viernes en el Paseo
Escalón.
- Una hora
después, el Sueco estacionaba su carrito VW en la Segunda Avenida, frente al
Banco Salvadoreño. Atravesó la calle y se detuvo un momento en la Plazuela
Morazán para encender un Royal. Dejó que la noche tempranera del San Salvador
alegre y vibrante de 1964 lo fuera penetrando, y comenzó a caminar despacio
hacia la esquina del Ritz. Empujó la persiana y desde la entrada localizó con
una rápida mirada circular a otros compañeros de la Facultad, que le hicieron
señas desde una mesa. El Sueco jaló una silla cercana y se sentó.
- -Venís algo cherche-dijo el Mudo-.¿Qué hay
de nuevo?
- -El Sueco tomó la botella de licor blanco
de la mesa y se sirvió una copa en silencio. Se le quedó viendo por unos
segundos al rotulillo de cartón más loco del mundo, que ordenaba inapelable
desde la pared: “SE PROHIBE BAILAR SIN
SACO” y vació de un trago la copa, aturrando la cara.
- -¿Qué hay de nuevo?-dijo por fin después de
un hondo pujido-. Casi nada. Solamente que el Choco acaba de encañonar en el
Rancho, al Presidente de la República.
-
- Guillermo
SchlEsinger
- De su libro: “Arranca
Cebolla”
MEMORDIAZ
- Sigue>>>>>QUE
PAGUEN CON DIAMANTES
- Continúa.....LAS BOMBAS DE ROQUE DALTON
- ESCRITORES SALVADOREÑOS
- A TODO GUANACOLOR
- MUSEO CIBERNÉTICO
- CARRETERA PANAMERICANA
- CUSCATLÁN
ÍNDICE