años
años años caminando caminando caminando
oh señor de los dardos habitante
de la oscura mansión del mediodía dueño de los espejos tú que caminas de noche entre
hielo y amenzante lava tú que guías los pasos de los muertos hasta la casa
de la transformación danos el alimento de que somos merecederos tú el vestido
de plumas bebedor de los vientos el de la alta tiara de papel pintado el
que se cubre con una piel amarilla decorada con cien lunas de sombra muéstranos
el camino guardador de la celeste puerta depositario de los cofres de jade dinos
la palabra que esperamos recuérdanos el olvidado signo entréganos el agua del
reposo una negra pirámide no buscábamos oro hade precioso graneros ajenos sólo
un poco de tierra sólo un pedazo del monte para alimentarnos sólo unas cuantas
piedras sólo un pequeño río
años años años esperamos la señal del dador de
la vida
pero el tiempo no era llegado perdido el recuerdo de la prístina cueva no
nos reconocíamos éramos sólo máscaras rostros ajenos máscaras gente sin apellido sin
espejo donde reconocernos
nacimos vivimos morimos caminando
perseguidos cambatidos olvidados odiados sin
infancia sin risa dueños del aire apenas soñándonos raíz pero cuánta riqueza
trajimos en las manos acostumbradas a no temblar en el pecho habitada por
tanto y tanto sueño en los ojos que supieron mirar lo que aún no sucede cuánta
promesa en los vientres cargados de futuro cuánta leche de asombro en los
pequeños senos erguidos detrás de los huipiles fue preciso anudar horizontes ensartar
ristras de años olvidar viejas vidas ir pronunciando nombres de bestias ancestrales intentar
nuevos números para sumar edades huesos acumulados pasos hijos que no crecieron caímos nos
alzamos no preguntamos nada y otra vez seguimos
años años años caminando
caminando caminando
cuatro veces trece años nos guió el viejo más viejo cuando
los pies se le volvieron piedras alzó el sagrado báculo y entregó la señal más allá
del más alto monte junto al espejo de agua os hablará el volcán escucharéis sus
voces cuando la luna osténte círculos de lluvia allí será el sitio verde y negro
país de agua quemante tierra de joyas en ella levantaréis vuestros rostros aprenderéis
el salto y el asalto el colmillo y la garra seréis dureza elástica grito sin
eco rugido que no retrocede
seréis los Nietos del Jaguar
encarnaréis en la bestia manchada en su rsotro hallaréis vuestro espejo también
vosotros seréis grandes con caudal de rodeles pueblos os serán sometidos la
gente se postrará ante vosotros seguirá vuestros pasos éstas son las cargas que
os dan vuestra riqueza vuestra majestad lo sembramos entre cactos salvajes y
otra vez seguimos
pero siempre vencimos el señor del espejo reluciente
fue nuestro amparo la celeste paridora de dioses multiplicó nuestras fuerzas no
comimos en días no dormimos luchar fue nuestro descanso y otra vez seguimos
años
años años caminando caminando caminando
oh señor de los dardos habitante
de la oscura mansión del mediodía dueño de los espejos tú que caminas de noche entre
hielo y amenzante lava tú que guías los pasos de los muertos hasta la casa
de la transformación danos el alimento de que somos merecederos tú el vestido
de plumas bebedor de los vientos el de la alta tiara de papel pintado el
que se cubre con una piel amarilla decorada con cien lunas de sombra muéstranos
el camino guardador de la celeste puerta depositario de los cofres de jade dinos
la palabra que esperamos recuérdanos el olvidado signo entréganos el agua del
reposo una negra pirámide no buscábamos oro hade precioso graneros ajenos sólo
un poco de tierra sólo un pedazo del monte para alimentarnos sólo unas cuantas
piedras sólo un pequeño río
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años años años esperamos la señal del dador de
la vida
pero el tiempo no era llegado perdido el recuerdo de la prístina cueva no
nos reconocíamos éramos sólo máscaras rostros ajenos máscaras gente sin apellido sin
espejo donde reconocernos
nacimos vivimos morimos caminando
perseguidos cambatidos olvidados odiados sin
infancia sin risa dueños del aire apenas soñándonos raíz pero cuánta riqueza
trajimos en las manos acostumbradas a no temblar en el pecho habitada por
tanto y tanto sueño en los ojos que supieron mirar lo que aún no sucede cuánta
promesa en los vientres cargados de futuro cuánta leche de asombro en los
pequeños senos erguidos detrás de los huipiles fue preciso anudar horizontes ensartar
ristras de años olvidar viejas vidas ir pronunciando nombres de bestias ancestrales intentar
nuevos números para sumar edades huesos acumulados pasos hijos que no crecieron caímos nos
alzamos no preguntamos nada y otra vez seguimos
años años años caminando
caminando caminando
cuatro veces trece años nos guió el viejo más viejo cuando
los pies se le volvieron piedras alzó el sagrado báculo y entregó la señal más allá
del más alto monte junto al espejo de agua os hablará el volcán escucharéis sus
voces cuando la luna osténte círculos de lluvia allí será el sitio verde y negro
país de agua quemante tierra de joyas en ella levantaréis vuestros rostros aprenderéis
el salto y el asalto el colmillo y la garra seréis dureza elástica grito sin
eco rugido que no retrocede
seréis los Nietos del Jaguar
encarnaréis en la bestia manchada en su rsotro hallaréis vuestro espejo también
vosotros seréis grandes con caudal de rodeles pueblos os serán sometidos la
gente se postrará ante vosotros seguirá vuestros pasos éstas son las cargas que
os dan vuestra riqueza vuestra majestad lo sembramos entre cactos salvajes y
otra vez seguimos
años años años caminando caminando caminando
se
cumplieron todas las profecías encontramos el sitio nos habló el volcán levantamos
una alta pirámide cantamos y danzamos alabando a los dioses los cuatro formadores
señalaron las esquinas del mundo tuvimos oro, piedras, telas preciosas, plumas
señoreamos la tierra dos mil años señoreamos la tierra doblegamos pueblos conquistamos
países ciudades, dioses grandes cacaguatales deleitosas mujeres
el
nocturno Jaguar presidió nuestra fiesta
pero debió cumplirse la otra profecía ho0mbres
de largos ojos llegaron por el mar del oriente vendrán de donde reina el murciélago hablando
lengua extraña vestidos de metal cabalgando sobre monstruos horrendos vomitando
lumbre precedidos por un trueno terrible ocho veces leyeron los augures los
fatales presagios en el oscuro espejo del señor de los dardos ocho veces dijeron
el destino de la raza escogida después un viento de locura dispersó a los danzantes huracanes
coléricos derribaron la casa de la sabiduría entre luces de lanzas y tronar de
arcabuces muertos los sacerdotes violdas las vírgenes vestales desgarrado
el tonalamatl de los vaticinios extinguida la hoguera que ardía sobre el
ara un imcomprensible signo de madera se alzó sobre el teocali del dos
veces divino el centro de todas la esferas rodaron las estatuas de los dioses por
los flancos de las altas pirámides
y la muerte perdió su profundo sentido
de glorificación
bajo el polvo iracundo las piedras volvieron a quedarse
solas otra vez en la vasta desolada bárbara soledad lejos de la reverencia y
de la sangre destrozados los símbolos rota la majestad del homenaje escarnecido
el significado derruido el imperio del designio otra vez sólo piedras oscuro
basalto o transparente obsidiana ocultas a la luz verdadera fuera de las profundas
realidades de los dioses regresados los tigres a la garra asesina y las sagradas
serpientes reducidas de nuevo a su rastrera condición de reptiles vuelto vulgar
metal el oro luciente de las joyas cerradas las puertas de la turqueza roto
el cofre de jade agobiado el hombre perdida para siempre su antigua grandeza
pero
los Nietos del Jaguar aún estamos aquí
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