PEDRO GEOFFROY RIVAS
1908-1979

        En El Salvador; donde los poetas han sido muchos pero los lectores de poemas pocos, es significativo que una poesía perdure. Tal ha sido el caso de Los Nietos del Jaguar, de Pedro Geoffroy Rivas.
        Nació en San Salvador el 16 de Septiembre de 1908 y murió en la misma ciudad el 10 de Noviembre de 1979. Su poema ha entrado en presentaciones de teatro, ha sido objeto de comentarios pictóricos y obtenido el aprecio que un códice indígena tiene entre los mexicanos o los guatemaltecos. Y es códice aborigen, pese a estar escrito en un tiempo cercano, se inspira en los textos nativos, pero está más cerca de nosotros, y tiene, sobre todo, la virtud de ser un texto inspirado.
        Pedro Geoffroy fue poeta, antropólogo y periodista. Siendo miembro de una familia de terratenientes asumió la causa comunista, con las desavenencias que eso implicaba a nivel familiar…, y los peligros que acarreaba cuando las dictaduras militares de signo contrario se sucedían en el país.
Fue numerosas veces perseguido y exiliado, y fue visto como un paradigma por los entonces jóvenes poetas de la Generación Comprometida... Aunque después recibió los ataques de esos mismos jóvenes y se los devolvió.
        Roque Dalton lo denigra en un poema con el título de su novela Pobrecito Poeta Que Era Yo..., lo toma de un poema de Geoffroy. Lo que nunca nadie le negó a Geoffroy, en cambio, fue su altura poética.
        Habrá algunos que han pretendido discutir su aporte académico. Pero su Toponimia Náhuatl de Cuzcatlán y La lengua Salvadoreña sigue siendo piedra angular en el conocimiento del ser salvadoreño.
        De él perduran rasgos. Pero donde posible hay una veta de oro, ¿no habrá también una mina que merece ser explotada? A esta exploración invita la antología que esta página presenta e invita a visitar la creación de ese poeta que, más allá del lingüista y del indigenista de
Los Nietos del jaguar, ha sido considerado, en buena lid, uno de los grandes aportes de la tierra salvadoreña en la literatura americana.
        Pedro Geoffroy fue un poeta desacralizado y vanguardista, religioso de religiones desaparecidas a las cuales adopta como un hecho estético y parabólico.

LOS NIETOS DEL JAGUAR

Anduvimos errantes
años, años, años anduvimos errantes
la ventisca el granito los violentos vendavales
las grandes bestias devoradoras
nada pudo detener nuestros pasos
cruzamos ríos
montes
abismos de terror
cumbres a las que nadie se atreviera antes
pavorosos desiertos
nada pudo detener nuestros pasos
en tierra arena rocas dejámos hondas huellas
junto al mar caminamos
sobre las altas sierras
de día caminamos
de noche
sin detenernos

caminamos naciendo y caminando
soñando y caminando
pariendo y caminando
caminamos cantando y caminando

nada pudo detener nuestros pasos
con nuestra casa a cuestas
enterrando fechas
estableciendo muertos
caminando
con el sol en los ojos
con el sol a la espalda
sudorosos
hambrientos
caminando
negros de sueños
heridos por la sed
sin luna tropezando
duros de frío
caminando
de grito en grito estableciendo el rumbo
caminando
sobre navajas bárbaras
caminando
prietos de arcilla
caminando
dolor afuera
caminando
directos al destino
caminando
creciendo en esperanzas
caminando

años años años
caminando caminando caminando

años años años
esperamos la señal del dador
de la vida
vivimos en una isla
en el centro de un lago
pero no era el sitio
nadie vió la señal
solamente descansemos aquí
solamente estaremos el tiempo necesario
estuvimos cien años
noche a noche
miles de noches escrutamos el cielo
el gran guía contaba el paso de las luminarias
el meracdo de alacrán el venado el guerrero
cinco mil veces la luna se hizo nada
y volvió de perfil
y luego mostró toda la cara con su gran risa negra
dos veces apagamos los fuegos
y subimos al monte a esperar el designio
dos veces el sumo
tlamacaquí cantó las albanzas
del señor de la cerca y de lo junto
cuyo nombre no se pronuncia
dos veces las guardadoras de la simiente
se inclinaron esperando al que no debe verse
dos veces el fuego regresó a las hogueras
dos veces anudamos los años y comenzó otra cuenta
entonces empezaron a llegar los mensajes
un pájaro de fuego vino de la casa del viento
y se perdió en el reino del murciélago
se alzó el agua del lago y se llevó a los peces
cambió de sitio el cerro
se apagó la luna cuando no era tiempo
el gran guía alzó entonces la vara
y otra vez seguimos

años años años
caminando caminando caminando

Los cuatro sacerdotes
uno por cada estirpe
se convirtieron en conejos
y tornaron a la cueva del orígen
ya se había perdido la senda del regreso
pero ellos
los conejos
corrieron preguntando a los otros animales del monte
y pudieron llegar hasta la casa
donde quedó la piedra que no quiso moverse

los teopixquez recobraron su forma
y hablaron al dios

Los cuatro sacerdotes
uno por cada estirpe
se convirtieron en conejos
y tornaron a la cueva del orígen
ya se había perdido la senda del regreso
pero ellos
los conejos
corrieron preguntando a los otros animales del monte
y pudieron llegar hasta la casa
donde quedó la piedra que no quiso moverse
los
teopixquez recobraron su forma
y hablaron al dios
preguntaron al dios
debemos seguir
no habremos ignorado la señal y extraviado la ruta
no se ha llevado el viento la palabra esperada
acaso se perdió en el agua el gesto inconfundible
se quedó la plegaria en la ceniza
y no subió el canto en el azul del humo
se conmovió entonces la montaña
y el dador de la vida entregó la respuesta

caminad caminad caminad

volvieron los teopixques
recogimos las pobres pertenencias
las mujeres repartieron el maíz y los chiles
llenamos los tecomates en el último río
y otra vez seguimos

años años años
caminando caminando caminando
casi nada teníamos

nuestros vestidos eran yerbas
hojas de palma, tule
sólo el gran sacerdote se cubría con pieles de venado
ostentaba un penacho de plumas de águila
llevaba sobre el pecho un pectoral de jade
y en la mano el gran báculo
de conacaste blanco
con el espeso fuego del tapir
hacíamos sandalias
correas para llevar la carga
amarres para el
icpali de los niños
sobre la dura tierra dormíamos
sobre piedras a veces en el frío
bajo la lluvia
hundidos en terror
en la tremenda noche del coyote
antes de la luz suenan los caracoles
levantamos el campo
y otra vez seguimos

años años años
caminando caminando camninando

    llegamos a un pueblo
    de grandes casas
    hechas de barro y varas
    las mujeres hilaban hilos multicolores
    tejían iridiscentes filigranas
    de pluma
    ricas mantas que jamás vimos antes
    criaban pájaros blancos y perros
    que no ladran
    los hombres dibujaban encajes en
    las piedras
    un gran templo se alzaba sobre el cerro
    y un dios era serpiente
    y el otro dios un monstruo fabuloso
    todo lleno de ojos
    manos cortadas
    corazones
    fuimos sus servidores
    trabajamos para ellos
    aprendimos todo lo que sabían
    hicimos grandas cántaras
    rojos vasos ceremoniales adornados
    de negro
    armoniosas flautas
    y largas pipas para la fiesta
    del tabaco
    les enseñamos en cambio nuestra lengua
    nuestros cantos y danzas
    a labrar delgadas flechas de obsidiana
    lanzas de pedernal
    dardos voladores y redondos
    escudos de madera
    pocos años estuvimos allí
    hicimos la atadura
    encendimos un fuego
    y otra vez seguimos
    años años años
    caminando caminando caminando

    también anduvimos entre pueblos
    hostiles
    luchamos
    nos abrimos paso a golpes de macana
    a mordiscos
    a piedra y puños
    a uña batallamos contra grandes ejercitos
    arenas hormigas nos cortaron el paso
    siniestras aguas quisieron detenernos
    vencimos

pero siempre vencimos
el señor del espejo reluciente fue
nuestro amparo la celeste paridora
de dioses multiplicó nuestras fuerzas
no comimos en días
no dormimos
luchar fue nuestro descanso
y otra vez seguimos

años años años
caminando caminando caminando

oh señor de los dardos
habitante de la oscura mansión del
mediodía
dueño de los espejos
tú que caminas de noche
entre hielo y amenzante lava
tú que guías los pasos
de los muertos
hasta la casa de la transformación
danos el alimento de que somos
merecederos
tú el vestido de plumas
bebedor de los vientos
el de la alta tiara de papel pintado
el que se cubre
con una piel amarilla
decorada con cien lunas de sombra
muéstranos el camino
guardador de la celeste puerta
depositario de los cofres de jade
dinos la palabra que esperamos
recuérdanos el olvidado signo
entréganos el agua del reposo
una negra pirámide
no buscábamos oro
hade precioso
graneros ajenos
sólo un poco de tierra
sólo un pedazo del monte
para alimentarnos
sólo unas cuantas piedras
sólo un pequeño río

años años años
esperamos la señal del dador
de la vida

pero el tiempo no era llegado
perdido el recuerdo de la prístina cueva
no nos reconocíamos
éramos sólo máscaras
rostros ajenos
máscaras
gente sin apellido
sin espejo donde reconocernos

nacimos vivimos
morimos caminando

perseguidos
cambatidos
olvidados
odiados
sin infancia
sin risa
dueños del aire apenas
soñándonos raíz
pero cuánta riqueza trajimos en las
manos
acostumbradas a no temblar
en el pecho habitada por tanto y
tanto sueño
en los ojos que supieron mirar lo
que aún no sucede
cuánta promesa en los vientres
cargados de futuro
cuánta leche de asombro
en los pequeños senos erguidos
detrás de los huipiles
fue preciso anudar horizontes
ensartar ristras de años
olvidar viejas vidas
ir pronunciando nombres de
bestias ancestrales
intentar nuevos números para sumar edades
huesos acumulados pasos
hijos que no crecieron
caímos
nos alzamos
no preguntamos nada
y otra vez seguimos

años años años
caminando caminando caminando

cuatro veces trece años nos guió el viejo más viejo
cuando los pies se le volvieron piedras
alzó el sagrado báculo y entregó la señal
más allá del más alto monte
junto al espejo de agua os hablará el volcán
escucharéis sus voces
cuando la luna osténte círculos de lluvia
allí será el sitio
verde y negro país de agua quemante
tierra de joyas
en ella levantaréis vuestros rostros
aprenderéis el salto y el asalto
el colmillo y la garra
seréis dureza elástica
grito sin eco
rugido que no retrocede

seréis los Nietos del Jaguar
encarnaréis en la bestia
manchada
en su rsotro hallaréis vuestro espejo
también vosotros seréis grandes
con caudal de rodeles
pueblos os serán sometidos
la gente se postrará ante vosotros
seguirá vuestros pasos
éstas son las cargas que os dan
vuestra riqueza
vuestra majestad
lo sembramos entre cactos salvajes
y otra vez seguimos



pero siempre vencimos
el señor del espejo reluciente fue
nuestro amparo la celeste paridora
de dioses multiplicó nuestras fuerzas
no comimos en días
no dormimos
luchar fue nuestro descanso
y otra vez seguimos

años años años
caminando caminando caminando

oh señor de los dardos
habitante de la oscura mansión del
mediodía
dueño de los espejos
tú que caminas de noche
entre hielo y amenzante lava
tú que guías los pasos
de los muertos
hasta la casa de la transformación
danos el alimento de que somos
merecederos
tú el vestido de plumas
bebedor de los vientos
el de la alta tiara de papel pintado
el que se cubre
con una piel amarilla
decorada con cien lunas de sombra
muéstranos el camino
guardador de la celeste puerta
depositario de los cofres de jade
dinos la palabra que esperamos
recuérdanos el olvidado signo
entréganos el agua del reposo
una negra pirámide
no buscábamos oro
hade precioso
graneros ajenos
sólo un poco de tierra
sólo un pedazo del monte
para alimentarnos
sólo unas cuantas piedras
sólo un pequeño río

años años años
esperamos la señal del dador
de la vida

pero el tiempo no era llegado
perdido el recuerdo de la prístina cueva
no nos reconocíamos
éramos sólo máscaras
rostros ajenos
máscaras
gente sin apellido
sin espejo donde reconocernos

nacimos vivimos
morimos caminando

perseguidos
cambatidos
olvidados
odiados
sin infancia
sin risa
dueños del aire apenas
soñándonos raíz
pero cuánta riqueza trajimos en las
manos
acostumbradas a no temblar
en el pecho habitada por tanto y
tanto sueño
en los ojos que supieron mirar lo
que aún no sucede
cuánta promesa en los vientres
cargados de futuro
cuánta leche de asombro
en los pequeños senos erguidos
detrás de los huipiles
fue preciso anudar horizontes
ensartar ristras de años
olvidar viejas vidas
ir pronunciando nombres de
bestias ancestrales
intentar nuevos números para sumar edades
huesos acumulados pasos
hijos que no crecieron
caímos
nos alzamos
no preguntamos nada
y otra vez seguimos

años años años
caminando caminando caminando

cuatro veces trece años nos guió el viejo más viejo
cuando los pies se le volvieron piedras
alzó el sagrado báculo y entregó la señal
más allá del más alto monte
junto al espejo de agua os hablará el volcán
escucharéis sus voces
cuando la luna osténte círculos de lluvia
allí será el sitio
verde y negro país de agua quemante
tierra de joyas
en ella levantaréis vuestros rostros
aprenderéis el salto y el asalto
el colmillo y la garra
seréis dureza elástica
grito sin eco
rugido que no retrocede

seréis los Nietos del Jaguar
encarnaréis en la bestia
manchada
en su rsotro hallaréis vuestro espejo
también vosotros seréis grandes
con caudal de rodeles
pueblos os serán sometidos
la gente se postrará ante vosotros
seguirá vuestros pasos
éstas son las cargas que os dan
vuestra riqueza
vuestra majestad
lo sembramos entre cactos salvajes
y otra vez seguimos

años años años
caminando caminando caminando

se cumplieron todas las profecías
encontramos el sitio
nos habló el volcán
levantamos una alta pirámide
cantamos y danzamos alabando a
los dioses
los cuatro formadores señalaron las
esquinas del mundo
tuvimos oro, piedras, telas preciosas, plumas
señoreamos la tierra
dos mil años señoreamos la tierra
doblegamos pueblos
conquistamos países
ciudades, dioses grandes
cacaguatales
deleitosas mujeres

el nocturno Jaguar presidió nuestra fiesta

pero debió cumplirse la otra profecía
ho0mbres de largos ojos llegaron por el mar
del oriente vendrán
de donde reina el murciélago
hablando lengua extraña
vestidos de metal
cabalgando sobre monstruos horrendos
vomitando lumbre
precedidos por un trueno terrible
ocho veces leyeron los augures los fatales presagios
en el oscuro espejo del señor de los dardos
ocho veces dijeron el destino de la raza escogida
después
un viento de locura dispersó a los danzantes
huracanes coléricos derribaron
la casa de la sabiduría
entre luces de lanzas y tronar de arcabuces
muertos los sacerdotes
violdas las vírgenes vestales
desgarrado el
tonalamatl de los vaticinios
extinguida la hoguera que ardía sobre el ara
un imcomprensible signo de madera
se alzó sobre el
teocali del dos veces divino
el centro de todas la esferas
rodaron las estatuas de los dioses
por los flancos de las altas pirámides

y la muerte perdió su profundo
sentido de glorificación

bajo el polvo iracundo
las piedras volvieron a quedarse solas
otra vez en la vasta desolada bárbara soledad
lejos de la reverencia y de la sangre
destrozados los símbolos
rota la majestad del homenaje
escarnecido el significado
derruido el imperio del designio
otra vez sólo piedras
oscuro basalto o transparente obsidiana
ocultas a la luz verdadera
fuera de las profundas realidades de los dioses
regresados los tigres a la garra asesina
y las sagradas serpientes
reducidas de nuevo a su rastrera condición de reptiles
vuelto vulgar metal el oro luciente de las joyas
cerradas las puertas de la turqueza
roto el cofre de jade
agobiado el hombre
perdida para siempre su antigua grandeza

pero los Nietos del Jaguar
aún estamos aquí

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