LEONARDO HEREDIA
 
 
El cuento del Juancho, que se lo engancharon.
 
        Es que el Juancho era bien chumpe, y por puro majoncho se fue en la chicagüita, y terminó tronchado en el bonche del parque Libertad.
        “Yo soy macho, mi lucha es nomás es por el grencho. Por darle chance, chamba fija, y no de cosecha como andan muchos a puros güechos. Echaré riata pa´ darle su ranchito. Pa´ que no viva en ranchos desguarranchados entre puros chiribiscales. Pa´que se pueda echar sus changas bien cholotonas, con sus buenos chojoles- aunque sean chilipucas-, y un su chipuste de carne o de chorizo, y que en la mañana no le falte su pichelada de leche.
        Pa ´que pueda sembrar sus chilacayotes, sus chilitos, sus majonchos, sus lechuguitas, sus chicozapotes o lo que se hinchen los huechos, pero en su propio cacho de tierra.
        Pa´que críe sus propios chanchos y se pueda embuchacar sus chicharrones. Pa´que no ande chuña y deje de chapalear en este charco de churria en que lo han enchucado algunos chafarotes que gobiernan bien chueco sirviendo nomás de choleros y de chotas a los cheles  y a los ricachones….¡Y por tata Chús, les juro que esto no es gancho!!”.
        Y al Juancho nomás le hacía “Chucús, chucús” el chacalele, como que era macho chúcaro, de escuchar tanta chulada.
        ¡Achís!-se dijo-, este chelote será también chafarote, pero se ve cachimbón y habla bien cueshte. Yo nunca he andado en chambres de política, por los chanchullos, pero con este chelón, quizás le voy a hacer la cacha. ¡Achís, quién quita omb!
        Y el chumpe del Juancho se echó los chirajos de chumpa, afiló la cutacha, chainió sus guaraches, hizo un tambache con sus chécheres y le dijo. “Chiao”  a la Concha con la que solo estaba enchachado detrás del matocho. Le dio unas chimbimbas a los bichos y valiéndole picha dejarlos bien peches y chirientos-y al más chiquitillo todavía de pecho-, se echó los tiliches a cucucho y salió echo un cachinflín tras el Chelón que del Chaparrastique salía para Suchitoto.
        -¿Y usted chero?
        -Me llamo Juan Ochoa, pero me dicen Juancho.
        -¿Y que chinches le picó Don Juancho?
        -Pues que quisiera chambiar por la causa.¿ Por que no hacemos un cambalache?. Le doy los majonchos y me lleva en su chunche.
        -Vea, yo le haría el cachete pero yo solo soy chofer. Mejor charle con el chingón del partido.
        -¿Y quien es el mero chingón?
        -Es el larguirucho sin grenchas que parece tenguereche. Pero escuche mejor chero, no se encuche en esta chingadera y cuanto menos ¡de choto!. Yo si me enganché por las ciento ochenta chuyas, no porque me guste andar en cochinadas. Pero, al no cachar más chance ¿qué púchicas voy a hacer pues, omb?.
        -Es que sería arrechito tener su ranchito con un su cachito de tierra pa´sembrar sus chojolitos-como dice el chero ese del gran mostachote-.
        -¡No le crea!. ¡Son puras guáshpiras!. Con ese cuento se quiere enganchar a los grenchos, y a la hora del bonche los va a dejar bién enchutados. Vea, yo no quiero ser metiche, pero ¡ay vea!¡usted es el que pierde!
        Y el Juancho volteó a ver, pa´ver lo que perdía. Y vio a sus bichitos. Uno, cholco-y no de los dientes de leche-. El otro, janiche. Y los dos: chirientos, neshnes, chuñas. El más pichonzote, con una cachucha en la chola, pa´ taparse los chindondos de los chusazos de mosquito. Los vio tan pechistios que pensó que estaban ticuiriches. Vio al más chiquito-Minchito-prendido de la chiche, chupando puro aire, porque ya nachas de leche que echaba la Concha de peche que estaba. Vio a la Concha, medio choca. Los ojos cheliosos y los cachetes burrunchudos, como hoja de chichicaste. Le vio la cherna, hinchada de un chuzazo de alacrán-o a lo mejor de chinche-en la mera chimpinilla, que se le enconó cuando la echaron del hospital. Vio su rancho, todo desguarranchado, casi sin techo. Lleno de charcos del agua que se chorreaba por los juracos y echado de lado como que era chapulín. Vio el chiribiscal. Sin chapodar por falta de un machete pesado. Vio la chucha aguacatera, llena de jiote y cargada de chuchos. Vio al único chancho, macho, más peche que un chiflido, sin chance de darle cuchitos. Vio la milpa aguachinada. Vio a su mama acurcuchada. Se vio los chirajos de ropa lleno de parches. Vio su cutacha toda chirimueliada. Vio su mano derecha, con tres dedos mochos del machucón que le dio un trapiche. Y de tanto ver cochinadas se le pusieron los ojos chahuitosos y los acuchuyó  pa´ no seguir guachando y vio que ¡A LA GRAN CHUCHA. NO TENIA MUCHO QUE PERDER!
        Así es que charló con el larguirucho que parecía tenguereche sin grenchas, y se enganchó en la movida chueca ¡de puro majoncho!
        Cuando el ejército se presentó al parque Libertad a deshacer la concentración, al  chafarote chelón se le vio parlamentar con los oficiales y retirarse en seguida escoltado  por miembros de la Cruz Roja y saludado militarmente por la tropa.
        Después que se retiró, se oyeron disparos…
        Todavía no se ha determinado el número de muertos que hubo entre los Tanchos, Lenchos, Minchos, Monchos, Juanchos y demás jinchos enganchados…
 
Leonardo Heredia

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