Y
taloneábale en la barriga con los calcañales huesudos. En sus pies, como en sus manos,
las uñas le habían crecido duras y costrosas. Eran como garras de buitre. Aquel grito,
rasgando, tétrico, pavoroso, el silencio cargado de la noche, era como un chicote
que azotase las ancas de la bestia. Al estímulo de tal acicate, corría más desalada
y veloz, atropellándolo todo, ciega de espanto y jadeante de cansancio. El tío Hilario
llegó en ese punto, a perder conciencia de todo. Y así, milagrosamente sostenido, en
aquel desmadejamiento del cuerpo que te producía, a la vez que el agotamiento de los
nervios, por lo agudo de la impresión, la velocidad de la carrera, cabalgó hasta el
instante en que el macho, al tropezar en las raíces resaltantes de un amate que cruzaban
el camino, le hizo embrocarse. Ambos jinetes saltaron, el uno, disparado por el pescuezo
de la bestia, y la otra, resbalando por las ancas, quedó sentada en el suelo. La Siguanaba,
al caer, permaneció tal cual, despatarrada, riéndose a carcajada limpia del percance
ocurrido; mientras que el tío Hilario, había ido a caer, de bruces, a unos cuantos
pasos de distancia, y metido la cabeza entre un zarzal. La fuerza del golpe, le hizo
perder, por completo, el sentido, y ahí quedó desamparado. Mientras tanto la Siguanaba
se había incorporado, sacudiéndose las harapientas faldas negras, y sin dejar un solo
instante en sus jajayos, se alejó, adentrando en la espesura de la arboleda; deslizándose,
cauta, como una sombra más oscura aún que la sombra de la noche. Y al perderse, por
fin, su forma entre el tronconal y los matorrales fueron sus jajayos incesantes,
los que, disminuidos por la distancia, denunciaban su paso.
Transcurrió e1
resto de la noche amenazando tempestad, que no llegó a desatarse . Sopló viento huracanado,
que levantó torbellino de hojas secas. Rubrica el tenebroso espacio, repetidas veces,
el acialazo de relámpago. Retumbó el trueno. Y hasta volvieron a caer, a intervalos,
golpes de goterones de lluvia que se aplastaban contra el suelo, con el mismo chasquido
sonoro de los salivazos.